Es que la atemporal ópera romántica de Giuseppe Verdi, debutó el jueves pasado en el Teatro Sarmiento y lo hizo con gloria. La platea estuvo colmada de entendidos y principiantes que durante los cuatro actos de la obra, se mantuvieron casi sin pestañear y lucieron sus palmas-vibrato (la ovación fue tan exquisita como las cuerdas vocales de los tenores y sopranos). El desempeño de la orquesta impregnó un espacio de excelencia y demostró ensayos disciplinados (y el destaque de su directora Lucía Zicos). Con libreto de Salvatore Cammarano y completado por Leone Emanuele Bardere, Il Trovatore revivió su estreno de 1853 y logró transportar su atmósfera medieval, su perfil vengativo y la malicia de sus verdugos, entre castillos y hogueras. Fue una traslación correctamente acompañada por un escenografía sutil, de acabados concretos y de gran cortejo visual. La benigna interpretación de la pieza (basada en la obra de teatro El trovador de Antonio García Gutiérrez), desplegó tenacidad y cautivante belleza sonora (por momentos traspasó las puertas del teatro y se atrincheró en la Av. Alem). Así, el público celebró con aprobación una historia que se transcurrió en la Zaragoza de 1413 y que relata la rivalidad del Nuevo Conde (el hijo del Conde) y el sigiloso trovador Manrico, ambos enfrentados por el amor de la prístina Leonora (un verdadero desespero sentimental). Una puja cardio que germinó intriga, entretuvo al público desde el melodrama y sostuvo una línea que no derrapó (fue convincente hasta la última nota aguda). Hubo picos de thriller, y varios, como cuando El Nuevo Conde hiere al trovador y Leonora cree que ha muerto y se interna en un convento (casi una Luisa Kuliok en La Extraña Dama), pasando por un fallido Manrico rescatista (quiere sacarla del ámbito novicio y terminan prisioneros por el Nuevo Conde) y una desesperada Leonora (le pide casamiento al nuevo Conde para que no mate a su enamorado). Ni hablar de la tensión de las instancias finales cuando Leonora muere envenenada en los brazos de Manrique y despierta el resentimiento del Conde (ordena matar al trovador) y la inevitable venganza de Azucena. El argumento sanguíneo propuso un vestuario épico coherente y muy vistoso y la dirección mostró aciertos. El subtitulado digital que tradujo la pieza durante la función fue oportuno, aunque hubiera sido bueno incluir en el programa un resumen de los actos. Finalmente, Il Trovatore salió a escena luego de problemas presupuestarios (debió debutar en 2009), permitió gran inclusión púber, emocionó con voces rotundas y derramó la lírica despechada del siglo XV.
Culebrón lírico y ovacionado
Tétrica, pasional y vigente. Esa adjetivación fue la que imperó durante el convocante estreno gratuito de ll Trovatore.

