FOTOS DANIEL ARIAS
Desde que se dio la grata experiencia de haber participado en el Festival Musical Indiana en noviembre del año pasado, quedó una gran motivación en niños, adolescentes y jóvenes para continuar practicando y perfeccionando técnicas. Con el fin de seguir estimulando esta chispa, los estudiantes -con una sólida base proveniente de la Escuela de Música de la UNSJ- se animaron a dar el siguiente paso, un concierto navideño en el Museo Franklin Rawson al mes siguiente, además de participar en las visitas guiadas que ofrece el Teatro del Bicentenario para el público. El hilo nunca se cortó y ahora, este grupo de cerca de 40 alumnos, se prepara para ofrecer un virtuoso concierto instrumental de cuerdas el 8 de junio, que para muchos será un importante debut en Sala Auditórium del TB. Y como el aforo quedó completo para dicha función, se agregó otra más -el jueves 9- para que nadie quede afuera del espectáculo.
En parte, éste es el resultado de un trabajo articulado entre el departamento académico de la Facultad de Filosofía, el Teatro del Bicentenario y la Escuela de Música Jacobs de Indiana, cuya directora Mimi Zweig, sigue atentamente la evolución de estos jóvenes talentos que se proyectan a ser músicos de primer nivel. Quien está encomendado para conducir este reto importante es el violinista Leandro Balderrama, pero no está solo, porque para trabajar con tantos miembros (que van de los 7 a los 24 años de edad, en diferentes segmentos) necesita del apoyo sostenido de otros colegas de su generación como la violista Gala Grosman y los violinistas Iván Frías, Ángel González e Indira González, más la pianista Mariana Montañez.
De cara a la velada, el grupo viene preparando un variado repertorio que involucra instrumentos como violín, violoncello, viola, contrabajo y piano, con una parte barroca, otra infantil, fragmentos de ópera y piezas folklóricas populares. El Preludio, Entreacto y Canción de la Ópera Carmen de Georges Bizet, piezas de Bela Bartok y Libertango, de Astor Piazzolla, entre otras obras de compositores argentinos. Sin dudas será un espectáculo musical atractivo para toda la familia, pero detrás de toda esta puesta hay un propósito: que este grupo tenga la continuidad para fomentar un semillero de futuros cuerdistas que a largo plazo podrá aportar componentes esenciales a la Orquesta Sinfónica, además de darles una perspectiva para alcanzar importantes objetivos en el plano personal y profesional.
De esto es muy consciente Leandro, que siendo muy joven también tiene mucha responsabilidad en sus manos: ‘La idea es trabajar con la base que nos da la Escuela de Música y el contacto que tenemos con Mimí y además, practicar aquí es el lugar ideal, estamos muy agradecidos porque se les dará muchas oportunidades a los chicos para progresar’, dijo Balderrama a DIARIO DE CUYO.
El amor por la música lo descubrió cuando, de pequeño, asistía a los conciertos didácticos que hacía la Orquesta Sinfónica y ese fue la clave para entrar al mundo de la música sinfónica. De la misma forma, Balderrama y sus compañeros quieren transmitir ese mismo espíritu en las nuevas camadas. ‘Cuando el año pasado estuvimos haciendo las giras en el Festival de Indiana por las escuelas alejadas, tuvimos un gran incentivo. Muchos chicos no conocían y nunca vieron en su vida instrumentos o lo que era una orquesta. Ese espíritu quedó y es una buena manera de visibilizar y hacer conocer este mundo, eso les abrirá varias puertas’, contó el violinista, que por su parte, viajará a Estados Unidos en pocas semanas por una beca de la Fundación Banco San Juan para capacitarse en la enseñanza del violín en la Escuela de Indiana.
Cuando no están en clases en la Escuela de Música, los chicos y chicas practican en casa y también tienen las reuniones para ajustar lo necesario y estar listos para las funciones. En esta oportunidad, se pusieron de acuerdo para reunirse y compartir una foto grupal en una de las salas de prácticas del Teatro del Bicentenario. El clima de amistad es un factor importante, porque se apoyan mutuamente. Algunos de los más pequeños del grupo ya son compinches entre sí. Nicole Álvarez, quien junto a sus hermanas Alison y Azul, comparten un interés especial por tocar el violín. Se integraron al grupo rápidamente. ‘Al principio nos da nervios porque no queremos equivocarnos. Para que salga bien la obra, tenemos que leer el pentagrama y practicamos unas diez veces cada compás. El violín es el instrumento que más me gusta cuando suena. Mi abuela ponía en la radio al Chaqueño Palavecino y las chacareras con violines me gustaron tanto que eso me hizo entrar y quedé enganchada con esto’, dijo riéndose. Al escucharla, Balderrama sostuvo: ‘Queremos mantener estos valores y que estos chicos sigan teniendo chances de tocar, de formarse y que después puedan transmitirlo a sus pares. Aunque algunos en el futuro quizás se dediquen a otra carrera, esto hará que no dejen de ser músicos en su interior, porque la escuela es y siempre será un espacio para cultivar su talento’.
> PROTAGONISTAS
Caetano Manzi – Violín
‘Cuando era más chico me llevaba mi mamá a los conciertos y me dormía, pero después me di cuenta del sonido del violín y me gustó tanto que no dejé de tocar. Esto me hace feliz y no voy a parar hasta entrar a una orquesta’.
Felipe Pedraza – Violín
‘Me gusta mucho el violín y estar aquí me hizo tener muchos amigos. Yo sigo a mi hermana que vive en Buenos Aires y toca el piano y estudia dirección coral. Quiero ser grande como ella y poder actuar juntos’.
Sajira Díaz – Violín
‘Desde muy chica me gusta la música y mi mamá hizo todo lo posible para apoyarme y anotarme para estudiar. La música me hace muy feliz y gracias a la música puedo contar lo que siento y lo que pienso’.