Foto: Marcos Urisa
Empezó a bailar en la niñez y como en muchos casos, primero fue el folclore, que aprendió en las academias Ecos de Santa Lucía y Amancio Moreno y con el cual llegó a importantes ruedos como Cosquín y Ameridanza. Pero -condiciones a la vista- le recomendaron que hiciera danza clásica y contemporánea; y así ingresó al Studio Uno, con una beca. Firme en ese rumbo que abrazó sin dejar afuera otras experiencias artísticas como el teatro, el bailarín que también vivió en Buenos Aires, donde ganó una beca de la Fundación Julio Bocca y transitó el taller de danza contemporánea del Teatro San Martín (interpretando obras de grandes coreógrafos como Oscar Araiz, Mauricio Wainrot y Sergio Berto) comenzó a tener una presencia destacada en San Juan, donde ya había empezado a indagar en el desarrollo de lenguajes aplicados a su arte. Pero hace siete años se fue a San Luis, llevado por el amor y el trabajo. Allí erigió su propio espacio: un grupo de danza-teatro al que llamó Descalzos; y el centro cultural independiente Portal 271, junto a su compañero, con una agenda colmada de shows y donde desarrolló su investigación sobre la creación del movimiento, con sus propios métodos y herramientas. Por entonces no existía el Teatro del Bicentenario (TB), que con sus oportunidades de trabajo y de capacitación, abrió un horizonte para la danza sanjuanina y regional. Teatro donde ya se dio el gusto de bailar y que a través de su Programa de Formación para Bailarines (ver aparte), convocó a este exasistente coreográfico de la Fiesta del Sol para brindar una capacitación intensiva, que culmina hoy.
"Son clases de entrenamiento en danza contemporánea y composición, para darle a los bailarines distintas herramientas para componer coreografías y poner el cuerpo al servicio de la imaginación, la creación y la interpretación. Clases de lenguaje de movimiento, que es un lenguaje propio, con algunas herramientas teatrales’, señaló en charla con DIARIO DE CUYO Gabriel, feliz con la oportunidad de compartir su propio bagaje.
"Cuando me fui no estaba el Teatro, que es un lugar donde los bailarines pueden formarse, tomar clases… Ahora se empieza a ver la danza desde otro lugar"
"Lo que me sorprendía mucho cuando investigaba todo esto es que no hay muchas cosas escritas sobre composición coreográfica, ha sido todo pragmático y muchas veces no hay registros de esas prácticas, entonces quedan en el aire. Así que fui desarrollando distintas obras y escribiendo procesos creativos de cada una. Luego me presenté en el INT a una beca de investigación en 2018, para hacer en 2019, "Deformar: encuentros de investigación y composición del movimiento". La idea es, a partir de ciertas pautas, motores y conceptos, ir creando movimientos y desarrollando metodologías que ayuden a los hacedores de la danza a realizar movimientos, a bailar’, explicó este amante de las artes escénicas en general. "No sé si quedará como "el Método Gabriel Rodríguez", pero ojalá ayude con los procesos creativos’, sonrió sin aires pretenciosos el artista, quien aseguró que lo que más ama de bailar es conocer su propio cuerpo, sus límites y potencialidades, su capacidad de expresar, de decir, de sentir y generar emociones.
"Es algo que hasta hoy sigo descubriendo. Es bueno encontrar sensaciones nuevas, ver qué pasa con cada movimiento… Eso lo tenemos que aplicar en cualquier danza y técnica, salir de las zonas de confort. A mí la danza me fue dando la posibilidad de conocer mi cuerpo en el movimiento, de explorar sus posibilidades y eso me enamora mucho. Creo que todas las personas deberían bailar, porque permite conocer tu cuerpo de formas muy distintas’, sostuvo el profe, quien disfruta ver lo que sucede en sus clases: "Les empiezo a dar las pautas y veo cómo los cerebros se rompen. Empiezan a existir incluso conexiones neurológicas que antes ni siquiera las habían imaginado, hay un estallido, es como que algo explota, se desestructura la cabeza y empiezan a aparecer cosas nuevas’, dijo. Y también disfruta de ver el crecimiento artístico de quienes fueron sus compañeros y el despegue de artistas más jóvenes.
"Cuando me fui no estaba el Teatro, que es un lugar donde los bailarines pueden formarse, tomar clases… Ahora se empieza a ver la danza desde otro lugar. Recuerdo que antes era muy difícil pensar en vivir de la danza, en ser intérprete, coreógrafo, director… Me parece que un teatro oficial de esta envergadura invita a la sociedad a repensar todo esto. Después vendrá la conformación de compañías, de elencos… Como todo, es un proceso y seguramente San Juan lo tendrá, yo creo que va a llegar la compañía, sí’, expresó Rodríguez. "San Juan es una de las provincias que más desarrollo dancístico tiene, hay más calidad de movimiento, más encuentros, más profesores distintos que vienen y eso enriquece muchísimo la danza sanjuanina en general y hace que todo vaya evolucionando’, agregó el gestor cultural de 31 años, a quien le gustaría ver una obra suya en el gran teatro local y que no descarta volver algún día a sus pagos. "Uno nunca sabe qué depara el futuro. Estoy abierto a posibilidades de cambiar de ciudad, de país, de provincia, de volver… Me parece que es necesario experimentar para crecer. Y uno está donde tiene que estar en ese momento’.
- Por más formación
La capacitación con Gabriel Rodríguez forma parte del Programa de Formación para bailarines que, dirigido por Victoria Balanza; encaró el Teatro del Bicentenario que comanda Silvana Moreno. Clases con Diego Poblete y con el Ballet del Teatro San Martín han sido algunas de las experiencias de los artistas sanjuaninos, que próximamente tendrán la posibilidad de aprender con Joshua Cienfuegos. Con el apoyo del Programa de Cooperación Iberoamericana para las Artes Escénicas Iberescena y la Acción Cultural Española AC/E, el director español brindará -desde el 19 de julio al 5 de septiembre- una Residencia Artística Creativa virtual y presencial a artistas del movimiento, profesionales de la danza, coreógrafos y bailarines con experiencia profesional. Informes en el Teatro del Bicentenario.