Con más de 20 años en la escena española e internacional -que incluyen trabajos con el uruguayo ballet del Sodre, el argentino Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín y la CND de Costa Rica, por citar apenas algunos-, el galardonado bailarín y coreógrafo español Yoshua Cienfuegos se vincula por primera vez con San Juan, para compartir sus experiencias con los bailarines del Programa de Formación que lleva adelante el Teatro del Bicentenario, con el apoyo del Programa de Cooperación Iberoamericana para las Artes Escénicas y la Acción Cultural Española AC/E. "Un intercambio", como prefiere llamar a este proceso que comenzó el lunes de manera virtual, que se extenderá hasta principios de septiembre y que contempla una instancia presencial.
"Estoy muy emocionado, sinceramente, porque como dicen ustedes, ha sido un proyecto a pulmón. Fue una propuesta del Teatro del Bicentenario que recogimos con toda la ilusión del mundo por muchas cosas, por volver a Argentina, por volver a contactar con gente a la que le guardo mucho cariño, por lo que suponen los objetivos del proyecto, que aspira a consolidarse a largo plazo… Y a nivel personal, después de este confinamiento, poder salir de España y contactar con inquietudes nuevas de personas que comparten la pasión por la danza, es muy gratificante", comentó Yoshua, quien en charla con DIARIO DE CUYO habló sobre algunos aspectos de la danza contemporánea en la actualidad.
– ¿Cuáles son los ejes de la formación que brindás en San Juan?
– Yo llevo lo que es el aprendizaje, la experiencia, para compartir con ellos; y espero que ellos compartan conmigo, para generar entre todos un barco que navegue hacia un lugar de conocimiento, de formación, de investigación; que no es un destino, porque eso es eterno. En este caso me toca liderar, junto a Maynor Chaves y a Jesús Mascarós (NdeR integrantes de su compañía), pero la idea es poder articular, dialogar transversalmente y enriquecernos todos.
– Bien, y como capitán del barco, cuál será la ruta…
– Partimos de un entrenamiento técnico, luego de eso vamos a entrar en un análisis del movimiento, donde cito la tesis doctoral de Leticia Ñeco (ver aparte), un punto de inflexión en mi carrera y un poco el suelo teórico donde se desarrolla este análisis. Después aparecerán herramientas de composición y la creación será parte también de este proceso. Pero no es una formación de "yo doy contenidos, ellos reciben contenidos", sino que aporto material que vamos a investigar y a hacerlo nuestro, evolucionando hacia la composición coreográfica.
– Ha cambiado el concepto de bailarín, hoy es un artista más integral y que excede el rol de "instrumento" del coreógrafo; puede de hecho ser su propio coreógrafo.
– Totalmente y es una de las claves de mi manera de entender la danza. Ese coreógrafo gurú al que todos siguen, creo que está en desuso. Yo creo en un bailarín creador. No hay una única voz en una propuesta artística y digo más, cuando se levanta el telón, la voz del coreógrafo se calla; y aunque en el escenario veas su tejido, al final los que crean son aquellas personas que están arriba. Mi origen es la interpretación, yo soy bailarín y moriré siendo bailarín; y desde el respeto al bailarín es como trabajo.
– ¿Y cómo se hace para despertar ese potencial creativo?
– Alimentándole tanto a nivel cognitivo, como sensorial y emocional… es una constante retroalimentación, generar estímulos. El estímulo, la necesidad, la entrega son claves que enriquecerán el proceso y que harán que el bailarín tome esa voz que es tan necesaria.
A veces el bailarín es un Adonis o una Venus, intocables. Creo que el ejercicio de humanización es súper necesario.
– ¿Quién debe ser el bailarín en este mundo actual?
– Primero persona y hablo de identidad y de una serie de valores, eso para empezar. Y ahí ya estoy humanizando al bailarín… A veces es un ejecutante, a veces el bailarín es un Adonis o una Venus, intocables. Creo que el ejercicio de humanización es súper necesario, la caída de los dioses. Luego a nivel técnico tiene que ser lo más versátil, dúctil, generoso y comprometido posible con el proyecto. Y desde lo cognitivo, que sepa razonar, opinar, argumentar, cuestionar, reflexionar… que no solo esté su soporte físico. Todo eso es necesario para el bailarín de hoy.
– ¿El público acompaña esta evolución? Da la sensación que la danza contemporánea ha sido incomprendida, que ha tenido más recepción el cuento contado con virtuosismo clásico…
– Exacto y es otra clave. Hay un prejuicio con la danza contemporánea de no entender qué me están contando, no hay una relación con la abstracción, que sí es compleja, pero es curioso que necesitemos entender sólo racionalmente cuando hay otros tipos de entendimiento que también funcionan. Es verdad también que si hablamos de contemporaneidad estamos hablando de un paso hacia adelante, de una ruptura; y eso también nos aleja, pero poco a poco tenemos que hacernos necesarios. Por lo menos en España, y aunque suene muy duro decirlo, a veces la danza contemporánea no es necesaria; y cuando algo es así, lo obvias. Creo que es un poco lo que nos pasa, el público en general no nos conoce.
– Es curioso que, por ejemplo, se pueda estar frente a un cuadro abstracto o escuchar una canción en otro idioma y sentir que gusta, disfrutarlo. ¿Por qué parece difícil simplemente disfrutar de una obra de danza contemporánea?
– Así es… justo, justo… Esa es la reflexión. Creo que una causa puede ser la accesibilidad…
– ¿Y cómo se hace para tender más puentes?
– Haciendo… Y también teniendo más incidencia en los procesos académicos, estar presentes a nivel académico a temprana edad. Por ejemplo, la música está más asumida como necesaria desde pequeños o el deporte. Mira todas las inteligencias -físicas, cognitivas, emocionales- que aglutina la danza y no está tan presente en el sistema formal… Creo que eso sería un gran paso para que poco a poco se descubra como una herramienta útil, para cualquiera, hasta para la vida diaria.
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Un artista reconocido
Yoshua Cienfuegos es graduado en Arte Dramático por el ITAE, en danza contemporánea en el Institut del Teatre de Barcelona y Master en AAEE por la URJC. Miembro fundador de la Academia de las AAEE de España, en 1999 creó su compañía, Cienfuegos Danza, con la que hasta la fecha ha creado más de 20 producciones, entre ellas sus versiones de La siesta de un Fauno, La Consagración de la primavera; Anónimos y Familia Real. En 2009 renovó su método de creación coreográfica, recopilado en una de las escasas tesis doctorales centradas en el estudio y evolución de una práctica coreográfica y su aplicación pedagógica: Programa de Optimización del Movimiento (Pro-M): Compañía Cienfuegos Danza, de la Dra. Leticia Ñeco. Dicta talleres sobre su metodología de creación, dirige Estancias Coreográficas (una plataforma anual de encuentro, diálogo y formulación coreográfica entre distintos profesionales), coordina el Aula de Danza en la Universidad de Valencia y pertenece al equipo docente de catedráticos del CSDMA de Madrid, entre otros logros.