Uno grande, otro pequeño. Uno norteño, otro sureño. Uno experimentado, otro iniciando su camino. Los dos malambistas, los dos ganadores, los dos sanjuaninos. Con su tercer trofeo en Pre Cosquín el mayor -Juan Manuel Peletier- y con su primer triunfo en Laborde el chiquitín -Leandro López-, este año ambos lograron poner a San Juan en un lugar destacado, como hace tiempo no ocurría. Reunidos, a primera vista no parecen tener mucho en común. Juan es locuaz y se mueve con mesura. Leandro habla poco y no para de hacer sonar el piso con sus zapatillas blancas. Pero la postal que va tomando color cuando -uno al lado del otro- se engalanan con sus atuendos, termina de definirse en un metro cuadrado, con los dos a la par. Tienen que hacer juntos una pose, a pedido del fotógrafo. Juan le pregunta al "campeón" -como lo llama cariñosamente- cómo termina su cuadro y en el niño hace lo suyo concentradísimo. Suficiente. A la voz de "aura", los dos recrean el movimiento en simultáneo y casi que se oyen los aplausos… salvo porque en el estudio de DIARIO DE CUYO apenas está Roberto, papá y profe de folclore de Leandro. Varoniles, con ese porte que tan bien se luce sobre un escenario, grande y pequeño se complementan a la perfección; y en esos segundos el malambo se dibuja con mayúsculas.

"Como en todo, para llegar hay que tener disciplina. Escuchar a los profesores y a quien Dios ponga en el camino, porque de todos se aprende", dice Juan, que estuvo cuatro años en Pre Cosquín hasta que ganó como Solista de Malambo. Leandro escucha. En él Peletier ve resumido ese semillero que podrá aprovechar la ruta que ya marcó junto a su ex compañero Sergio González, Campeón Argentino en Laborde 2005 y actual delegado, con quien comenzó a malambear en la escuela de Paolo Moreno.

"Él nos mostró el camino, ahí comenzamos a conocer lo que se hacía afuera. Ambos llegamos y sí, se mira a San Juan con otros ojos", reconoce Peletier, quien destaca la preparación que hoy tienen los pequeños. "Ya empiezan con una guía profesional, está muy bien, antes no era así, incluso ni se conocía la competencia", comenta, de acuerdo con que los niños participen en certámenes: "Se aprende mucho. Y se aprende a ganar y a perder. Lo dice uno que perdió más de lo que ganó", sonríe. A Leandro, dice, no le importa perder, pero ganar estuvo buenísimo. "Me sentí muy entusiasmado… Yo disfruto cuando malambeo…" cuenta cándido el muchachito al que le gustaría bailar en La Fiesta del Sol y que sueña con convertirse en Campeón Nacional. "Ellos pueden llegar mucho más lejos que nosotros", alienta Juan.