Ayer, ante un numeroso público que colmó las gradas del Anfiteatro del Auditorio -el excedente se las arregló con silletas-, se presentó "San Juan se juega por el país", la propuesta albiceleste de Gerardo Lecich sobre cómo se vivió la gesta de Mayo de 1810 en estos pagos, y que representará a la provincia el próximo domingo en el imponente Festival de Cosquín. El espectáculo incluyó una previa musical express con el Dúo Vera – Figueroa -ejecutaron con impeques guitarras el Himno Nacional y la platea lo entonó con emoción-, Claudio Rojas -se metió al público en el bolsillo con humor y talento-, el ganador del Pre-Cosquín 2009 Gustavo Trocoso, Guillermo Illanes y finalmente, el dueto Díaz Heredia. Luego, el buen oficio de unos 50 artistas en escena -entre agitados bailarines, elocuentes actores y sólidos músicos- otorgó a la platea la posibilidad de trasladarse a la histórica concreción del primer gobierno patrio al son de narraciones musicales, dinámica danza y entretenido acting. Esta suerte de simulado tentempié -lo que se vió será readaptado a los eternos 20 metros del escenario del Festival y en rígidos 20 minutos-, abrió su caja contextual con un preludio de Pascual Recabarren -con aguerrida locución- y "A deshora de la noche", una tonada que cuenta cómo la noticia de la Revolución de Mayo llegó a San Juan con demora, pero no impidió germinar, si se quiere, el primer acto de federalismo, cuando tomó partido por el nuevo gobierno y comenzó a desapegarse del dominio de Virrey Cisneros. Ese momento crucial, se representó en escena con "El baile del Pueblo" -al sonido de sereno- y posteriormente, con la cadencia de "La Mariquita", una danza tradicional que potenció el alce de pañuelos, agitó los tambores, se lució en zapateo y reforzó el vistoso vestuario de patricios y españoles. Quizás, ese cuadro fue el más compacto y festejado de todos. Luego, el contrapunto de ideas (criollos contra hispanos) se mimetizó con la fusión malambo-flamenco. En ese brote de revelación y tratativas de conciliación, paralelamente, los hastíos esclavos manifestaban su adhesión al cambio con "Todo San Juan festeja la revolución", una entretenida celebración de ritmo candombero, cuya letra -como todas las escuchadas- fue creada por el puño de Lecich. Finalmente, el grito de independencia llegó con el unificado saludo final y un gato cuyano. ¿Resultado? La populosa platea aplaudió de pie a "San Juan se juega por el país" con muchas ganas y notorio entusiasmo de satisfacción.

En resumen, lo que propone Gerardo Lecich para Cosquín, se anticipó como un atractivo entramado de indumentaria alegórica, buena coordinación de baile, efectivo relato sonoro -aunque con algunos desperfectos técnico- y sustentable sentimiento patrio -todo bajo el unificador manto del folclore, aunque con sus licencias, claro-.