Estuvo hace unos meses con la Misa Criolla y el próximo martes regresará al Auditorio Juan Victoria con una propuesta distinta y muy atractiva también. De la mano de Mozarteum San Juan, y junto a la talentosa Marcela Roggeri llevarán adelante "Clásicos y Populares’, que grabaron en vivo en el CCK el año pasado, donde recorren obras de grandes compositores como Atahualpa Yupanqui, Julián Aguirre, Horacio Salgán, Astor Piazzolla, Carlos Guastavino, Rodolfo Mederos y Adolfo Avalos. Y por supuesto, de Ariel Ramírez -su padre-, quien cuando era joven compuso el Gato número 1, que con arreglos de Facundo para dos pianos, ahora interpretarán por primera vez.

"Es la primera vez que vamos con el dúo y con estos clásicos de la música popular. Es un recorrido por el mapa musical argentino, por las regiones y buena parte de los arreglos para dos pianos los hice yo, excepto las de Guastavino que son del propio autor y algún otro más’, comentó Facundo a DIARIO DE CUYO, antes de su llegada a la provincia. Charla en la que el artista brindó más detalles del concierto y del reencuentro con Roggero. 

– ¿Cómo nace este espectáculo de ADN netamente argentino?
– Desde nuestro debut en Londres, hace ya cinco años, con Marcela buscamos borrar los límites entre la música clásica y popular. Cuando debutamos en Londres hicimos una primera parte de compositores rusos y luego de argentinos, y cuando grabamos en el CCK fueron exclusivamente compositores argentinos; y luego decidimos hacer el espectáculo tal cual lo grabamos. 

– ¿Es, de algún modo, un rescate, una revalorización de lo nuestro?
– Es una revalorización, sí, también es la música que escuchamos desde nuestra cuna, nuestro lenguaje, lo que nos identifica; y es una forma de bucear en el arcón de los recuerdos. Mucho repertorio argentino empieza a olvidarse, así que es una doble tarea empezar a rescatar para poner sobre la mesa otra vez esas melodías tan extraordinarias. 

– Para ustedes la selección fue movilizadora y para el público lo será también…
– Hasta ahora la recepción ha sido maravillosa, no sabría cómo describirla, porque es una mezcla de admiración por lo que sucede en términos musicales, por el abordaje, ya que no lo hacemos con menos rigurosidad que si se tratase de una pieza de Rachmaninov y hay arreglos que son muy virtuosos; y al mismo tiempo, desde la emoción, hay una corriente entre el público y nosotros que es indescriptible, hermosa; se genera como una hermandad, porque claro, todos nos reconocemos en esta música, todos hemos escuchado la versión cantada o la instrumental… ¿quién no cantó los versos de Luna Tucumana o de Paisaje de Catamarca? Hay algo de nuestro acervo, de nuestra memoria, que empieza a flotar en el aire y se traduce en una enorme emoción. Y también entre Marcela y yo, porque empezamos juntos a estudiar piano de niños…

– ¿Y cómo fue el reencuentro?
– Cuando éramos chicos estudiamos con la misma maestra, Ana Gelber y ambos abrazamos el mismo destino, el camino de la música que nos volvió a reunir como intérpretes mucho tiempo después. Tuvimos rumbos distintos, yo estuve primero en Viena, luego París; ella fue primero con Bruno Gelber de gira por Estados Unidos, luego a Singapur y después se instaló en Londres. Nos cruzamos en París un par de veces… A partir de una invitación que le hice para el segundo festival Ariel Ramírez, me dijo que teníamos que hacer algo juntos a dos pianos y le dije que sí. Cuando volvió a Londres, empezó a mandarme partituras clásicas y yo desde los 25 años no hacía repertorio clásico!, pero no lo pensé dos veces, porque fue una invitación para volver a tocar ese repertorio con el que yo me crié también y porque ella confió en mí, así que ahí nació Clásicos y Populares… 

– Y para ella, más dedicada al repertorio clásico ¿también fue un desafío hacer música popular?
– Exactamente, pero Marcela siempre estuvo ligada a la música popular, porque su hermano tocó muchos años con Charly García, y en su casa se escuchaba mucho tango y folclore, porque su papá era muy tanguero… Cuando los caminos se tienen que cruzar, se cruzan… Y así es que estamos en esta misión de mezclar un poco los repertorios y llevarle a los públicos clásicos el repertorio popular y viceversa. 

– Y como dijo, abordando ambos con el mismo respeto e intensidad…
– Para nosotros, a la hora de estudiarlos no hay diferencia, es nuestro sello. Nuestro abordaje es desde la seriedad, porque la música argentina es de una belleza, una seriedad, tan delicada que hay que hacerla bien. Y tenemos esa conciencia de responsabilidad cuando uno sube al escenario, no hay diferencia entre un compositor y otro. 

– El público tendrá para disfrutar tanto lo emotivo y entrañable del repertorio, como el talento en la ejecución…
– Esperemos que la gente lo reciba de esa manera, creo que sí porque lo hemos estudiado mucho, lo seguimos trabajando y ensayando…

– ¿Cuánto hay de Ariel Ramírez en Facundo?
– Mucho, mucho. Detrás de cada tema está lo que viví con él como padre y también como músico profesional, porque yo toqué mucho tiempo con él; y una de las cosas que atesoré es con la serenidad y la fluidez que con él se daban las cosas; así que intento conservar algo de esa serenidad para llevar la música al corazón de la gente de una ciudad a otra, en grandes salas de concierto, al aire libre, en lugares muy chiquitos…Él siempre tuvo la misma actitud, para todos los públicos y lugares del mundo, siempre con serenidad y una sonrisa. 

– Si Ariel estuviera sentado en la platea del Auditorio, escuchándolos desgranar estos clásicos argentinos… ¿qué diría?
– Se sentiría muy orgulloso. Diría tal vez algo similar a lo que yo sentí y dije para mis adentros cuando, en el 50 aniversario de la Misa Criolla fuimos a hacerla al Vaticano. Cuando terminé ese concierto, que escucharon 800 millones de personas en todo el mundo, miré al cielo como hablándole a papá y dije "Misión cumplida’. Creo que él diría lo mismo. 

DATO

  • Martes 3, 21.30 hs, Auditorio J. Victoria. Entradas $500 general, $250 juveniles y $300 jubilados. Oficina de Mozarteum, lunes y martes de 9 a 12.30 (Te. 4200899).