FOTO DANIEL ARIAS
Hace tiempo que es reconocido como actor. Con el tiempo surgió en paralelo el diseño lumínico de espectáculos y ahora es la música la que busca cobrar protagonismo en su vida artística. Emi Voiro no para nunca. Ni aun en pandemia, porque cuando los teatros estaban cerrados se sentó a escribir canciones y el resultado es Laberíntico, su disco debut como cantante que lanzará en los próximos meses y del que presentará apenas un puñado esta noche con el regreso de Tatuajes de ruta (en Let It Beer) junto a Fabricio Pérez y Nicolás Rodríguez, también actor y productor de su primer trabajo discográfico.
"Es bastante ambicioso el disco porque tiene cuerdas, trompeta, trombones, una formación de músicos algunos de La Camerata y de la Sinfónica. Muchos de los músicos que participaron en el disco quisieron hacerlo de onda, por cariño, pero yo no lo he permitido, para mi cada uno que pone un granito en el disco, además que es un trabajo, están apropiándose de la música para que las canciones suenen bellas, entonces, como es todo autogestionado, algunos tuvieron paciencia para cobrar, pero todos cobran" relató a DIARIO DE CUYO sobre la producción que lo tiene como compositor y cantante, con alguna intervención de la melódica.
"Había hecho clases de canto hace mucho tiempo como complemento para la actuación, pero en un momento necesité expresarme a través de la música y tuve la suerte que grandes amigos y grandes músicos sanjuaninos se sumaran en esa oportunidad" dijo el multifacético artista sobre qué lo llevó a subirse a un escenario para interpretar canciones acompañado en su momento por músicos de trayectoria como Javier Gómez, Paulo Carrizo, Jorge Arredondo y Fabri Pérez.
La temática de las canciones tiene que ver con lo que iba a ser primero una obra de teatro, que continuará trabajando, pero que lo inspiró para sus composiciones musicales. "Estaba escribiendo algo basado en el mito del Laberinto del Minotauro, las canciones son por ahí de amor, pero hablan del Minotauro, del hilo de Ariadna, tiene una temática conectora de mitología griega. El mito me llama mucho la atención y la mirada que tienen Borges o Cortázar en donde la bestia encerrada en el laberinto como una víctima de la raza humana, no es bestia la encerrada sino quienes la encerraron para mí"
Voiro no encasilla su música en un género, le gusta plantearlo como canciones que surgen a partir de herramientas de distintos géneros. "Hay canciones con aires de bossa nova, de folclore, pop y otras más rockeras" conto Voiro que tiene entre sus referentes Fito Páez, Jorge Drexler, Spinetta, Charly García, por nombrar algunos.
"En mi música seguro hay una impronta de esos referentes, que, aunque uno no lo busca, al admirarles funcionan como guía de cómo hacer, componer, expresar y cantar. Estoy aún en una búsqueda y espero luego encontrar con más claridad esas características personales". El disco estaba programado para marzo, pero por razones económicas se pasó para más adelante, "todavía falta la masterización, que es bastante costosa dependiendo dónde la hagas", aseguró.
Pero no sólo es actor y cantante, sino director, dramaturgo, diseñador lumínico, productor de espectáculos y gestor cultural, ¿cómo divide su día, entonces? "Lo que tiene esto de ser autogestionado es que a veces no tengo ni tiempo para dormir, y después tengo 5 días libres", compartió el creador del grupo Tatuaje falso.
Su padre también estuvo relacionado a los espectáculos en fiestas departamentales y hasta dirigió una Fiesta del Sol en los 70, tenía una empresa de iluminación así que tuvo un acercamiento a ese rubro desde niño, pero cuando empezó a trabajar con elencos fue que casi por "portación de apellido", que los teatreros empezaron a pedirle que se encargara de iluminación de las puestas. Se lo tomó en serio y comenzó a trabajar en diseño de iluminación, empezando a tomar parte de muchos proyectos teatrales, de danzas, de música y espectáculos más grandes como el Carrusel del Sol o la Noche Soberana. La iluminación de la reposición de Amor de Madre en el Teatro del Bicentenario también fue su diseño.
Tuvo la suerte- destacó- de poder estudiar con Oscar Kummel a comienzos del 2000. Lo marcó tanto ese paso por el taller del gran maestro que a modo de anécdota cuenta que cuando hizo en 2012 la gira nacional de El corazón delator y nombraba al director -que fue José Anecchini- a veces se equivocaba y le salía el nombre de Oscar Kummel. "Más que un error era una sensación de que el viejo me acompañaba por el país, siempre lo llevo presente", dijo, nostálgico, recordando que empezó a estudiar a los 17 teatro, que trabajó en el comercio para tener sustento y luego se dio cuenta qué era lo que lo hacía feliz.
"Mi concepción del teatro ha ido cambiando a partir de la vida y de la maduración; ha sido un modo de diversión en algún momento, pero ahora es un medio para comunicar, no sólo como expresión artística, sino en la posibilidad de modificarle algo al espectador en su interior. El teatro es un lugar donde puedo ir muy feliz a trabajar y para mí el escenario es mi lugar en el mundo", se sinceró.
Voiro no busca fama tal como se entiende en escenarios nacionales pero sí disfruta que todavía que en algunos de los lugares donde actuó de gira le digan "¿vos sos el de Corazón delator?", el unipersonal que volverá a hacer, después de mucho tiempo, el próximo 17 de abril.
"La fama no es algo que me interesa mucho. Pero si el reconocimiento, habla de tus capacidades laborales, del camino recorrido, cuando alguien es reconocido es porque ha dejado huella en colegas. Ese reconocimiento me parece más bonito que la fama es un poco superficial. Me interesa más se reconocido por los pares y la comunidad teatral de San Juan" analiza Voiro y agrega: "Obvio que cuando uno sabe que tiene cierto reconocimiento es porque se ha ganado un lugar en la comunidad también y eso termina abriéndote un poco más de puertas. Todo eso ayuda a hacer de esta profesión que es bastante dura, más amena si se quiere" concluye este hombre de 38 años que da su vida una profesión que lo apasiona, a la que elige cada día que transita como en el laberinto pero plano en mano, sabiendo exactamente cuál es el camino.