Un decidor con pensamiento y lenguaje propios, ponderado y criticado, jamás inadvertido. Así fue León Ferrari, el polémico artista plástico autodidacta, que asombró, escandalizó y maravilló al mundo con obras que trascenderán su muerte, ocurrida ayer a los 92 años. Fue justamente su avanzada edad y su salud motivos por los cuales el irreverente ganador del León de Oro de Venecia en 2007 y Premio al Mejor Artista Internacional vivo en la feria de arte contemporáneo de Madrid no pudo venir a San Juan, las dos veces que sus obras se exhibieron en la provincia. La primera, en el marco de una exposición colectiva que incluía una de sus creaciones más polémicas: La Civilización Occidental y Cristiana, que muestra a Cristo crucificado sobre un bombardero estadounidense, que alude a la guerra de Vietnam. La misma que -junto a otras del estilo- hizo enojar al actual papa Francisco en 2004. Entonces cardenal, Bergoglio se manifestó "muy dolido’ por esa retrospectiva que tuvo lugar en el Centro Cultural Recoleta (combinaba símbolos religiosos con imágenes eróticas y santos ardiendo), a la que calificó de "blasfema’ y de "burla a los valores religiosos y morales de los argentinos’. "Lamento que la religión que Bergoglio profesa castigue a los que piensan diferente’, contestó Ferrari, que en 2000 también provocó un escándalo con "Infiernos e idolatrías contra las torturas humanas y divinas’.
La Iglesia (paradójicamente su padre, el arquitecto italiano Augusto, realizó frescos en un templo de Turín y en Argentina reformó la iglesia de San Miguel, donde pintó 120 cuadros, y construyó iglesias en Córdoba), los militares (durante la dictadura argentina y su exilio en Brasil, donde dejó la ingeniería y se dedicó al arte, desapareció su hijo Ariel, montonero) y los gobiernos "occidentales y cristianos’ fueron algunos blancos de Ferrari, que también sacudió los límites del arte.

