El personaje apareció en el siglo XIX, en Historia de un títere, escrito por Carlo Collodi para un periódico italiano; y más tarde se convirtió en el libro Las aventuras de Pinocho, traducido a más de 200 lenguas y destinado al público adulto. El relato era mucho más crudo y oscuro que el que se expandió en el siglo XX de la mano de Disney, que lo llevó a la gran pantalla dirigido al mundo infantil, con una adaptación libre y más naif que se convirtió en un ícono entre los filmes animados. Después vinieron varias adaptaciones, de mejor y peor factura, para cine y televisión; e incluso se espera la versión de Guillermo del Toro para Netflix. Pero hoy, 62 años después de aquel debut cinematográfico firmado por el gigante de la animación, el famoso muñeco tallado en madera por Gepetto -que cobra vida y cuya nariz crece sin parar con cada mentira- regresa al cine para las nuevas generaciones, tras su estreno mundial el año pasado en la Berlinale, fuera de competición.
Esta vez al película es en acción real y con Roberto Benigni (La vida es bella) como "el padre de la criatura", el carpintero que con su marioneta viviente logra cumplir su sueño de tener un hijo y la marioneta, a su vez, de convertirse en un niño "de carne y hueso". Pero esta rentré nominada al Oscar 2021 en maquillaje y vestuario, tiene otro detalle aún más especial: dirigida por Matteo Garrone, cuentan que este realizador italiano es quien más fiel se ha mantenido a los textos originales, escenarios y contextos de su compatriota, con lo que la oscuridad y aquel halo tétrico vuelven a ser un sello de esta fantasía, materializado principalmente en las penurias que pasa el protagonista y que han sido objeto de no pocas críticas. Claro que no deja totalmente de lado el target infantil, de la mano de la ingenuidad de Pinocho (interpretado por Federico Ielapi) y su tierna relación con su padre, un -dicen- Benigni que se redime del olvidable Pinocho que él dirigió y protagonizó en 2002.