Nosferatu de Murnau es la película de vanguardia por excelencia. Es el típico ejemplo de la apuesta suprema, que culmina en un fracaso rotundo. No porque la película fuera mala (se ubica en el puesto 17 de las mejores obras maestras de cine mudo de toda la historia) sino más bien por ser la primera copia pirata de “Drácula”. El conde Orlok fue el primer vampiro del séptimo arte. A partir de Nosferatu todos los vampiros morirían al exponerse a la luz del sol; inclusive Drácula (sólo en cines) ya que en el libro original de Bram Stoker los vampiros podrían, si quisieran, visitar una playa sin sufrir mayores inconvenientes. En consecuencia Orlok cambió no sólo al cine, sino también al mismísimo Drácula. La novela de Bram Stoker fue publicada en 1897, dos años después de que los hermanos Lumiere hubiesen presentado al mundo el invento del cinematógrafo. Los vampiros (Orlok) y el cine tienen mucho en común: ambos guardan esa dualidad de relación de luz y sombras, y ambos son compañeros de viaje hasta el día de hoy. – Hotel Transilvania transformanía (4) se estrenó en enero de 2022.
Es también una de las primeras película de terror. Orlok es un “no muerto” a medio camino entre un fantasma y un zombie; una conciencia, con más características de monstruo repulsivo imparable, que de aristócrata victoriano (como el de Béla Lugosi en “Drácula” de 1931 de Tod Browning – EEUU). Nosferatu se mueve con la plaga, la enfermedad y la miseria atacando a la ciudad en general y en particular a Ellen Hutter (Mina Harker, en la novela de Stoker).
Hay que aclarar que los productores de la película, Enrico Dieckmann y el artista Albin Grau, eran devotos comprometidos del ocultismo, espiritismo y todo lo paranormal. Estos esperaban que la película fuera su bandera de propaganda para alimentar el culto a la superchería. Para ello eligieron al mejor director de la época: F. W. Murnau, un artista clave en expresionismo alemán. La película tiene todos los elementos y recursos del lenguaje cinematográfico de terror posicionándose como pionera en el género. Nosferatu fue estrenada el 4 de marzo de 1922 en el Salón de Mármol de Zoo de Berlín. Prana Film se gastó más dinero en la fiesta de estreno de la película, que en la propia película. Los rumores no tardaron en llegar a los oídos de Florence Balcombe / Stoker, quien de inmediato comenzó un litigio por los derechos de autor. El trabajo de su difunto esposo “Drácula” había sido pirateado. Los tribunales de Berlín no tardaron en darle la razón y todas las copias (incluyendo la original) fueron destruidas. Nunca más nadie volvería a ver la misma película; es decir: “Corte del Director”. Afortunadamente la justicia es lenta y varias copias ya habían sido distribuidas alrededor del mundo.
Al tratarse de un film tabú / prohibido, las copias fueron pasadas por la máquina hasta gastar el celuloide. La versión original tintada sufrió numerosos cortes y degradaciones en los años posteriores a su lanzamiento, debido principalmente a la reimpresión de los intertítulos que debían traducirse del alemán al idioma del país en donde se proyectara. Así las copias fueron gastadas, reeditadas, cortadas, quemadas o escondidas. Esta dio vida a una nueva clase de tarea: “arqueología cinematográfica”. En 1981 el Museo del Cine de München decide comenzar los trabajos de restauración de la película bajo la supervisión de Enno Patalas. Una copia con el espíritu de la versión original se proyecta por primera vez en el festival de Berlín el 20 de febrero de 1984, acompañado de música de Erdmann. Pero la cosa no quedó ahí, tanto la academia de cine de Francia, como en España con Luciano Berriatúa, se esmeraron en hacer una segunda restauración con los filtros de colores que el film original tenía. Tras la aparición de una copia muy bien conservada en Buenos Aires en 1994, Luciano realizó otra edición que esta vez coincidía con la música. Esta versión, enriquecida con una treintena de planos, que la versión de 1981 no tenía, se presentó en 1995 en el Festival de Cine de Cannes. Sin embargo la película aún sigue en las pantallas de edición en la búsqueda de una reconstrucción definitiva.
- Palabras autorizadas
¿Por qué es un film de culto? Vinculados al cine cada uno desde su ámbito, Daniel Gil y Mario Bertazzo dieron su opinión respecto a la trascendencia de este clásico del cine alemán en el marco del centenario de su estreno en Berlín.
Daniel Gil – Lic. en historia y profesor en la ENERC
"Considero que es una de las películas más influyentes dentro de la escuela cinematográfica del expresionismo pero independientemente es fundacional para el género de terror y, más específicamente, el subgénero de vampiro. Para mí fue importante porque en cierto modo alimentó mi gusto por el terror. Cuando decidimos con el grupo Camera abordar cine mudo para musicalizarlo, el primer título que se nos vino a la cabeza fue Nosferatu. Es imprescindible. Creo que es importante verla como piedra fundamental de lo que fue una iconografía que desarrolló la Universal en los años "30 y "40 en Estados Unidos y la Hammer en los "50 y ’60 en Inglaterra, prolongándose hasta los films de vampiros de la actualidad. Creo que es ideal para iniciarse en el género y también para iniciar el gusto en el cine mudo que aunque fue tapado por las novedades técnicas dentro del cine, tiene una vigencia que no se ha podido reemplazar. Fundamentalmente es obra de uno de los mejores directores de la historia del cine como es F.W. Murnau, del cual recomiendo ver todas sus producciones.’
Mario Bertazzo – Realizador y fundador de Doble Zeta
"Nosferatu para mí es un gran recuerdo. Yo me crucé con esa película a finales de los "70 y principios de los "80 cuando se proyectó en lo que era el Instituto Goethe en un ciclo de cine de expresionismo alemán presentado por Mario Luis Aleman. Fue un impacto ver esa peli que fue casi destruida por orden de la Justicia y luego fue encontrada y restaurada. Es un clásico. Aparte de ser una obra maestra del expresionismo alemán, también es importante la historia que rodeó a la realización y posterior destrucción. Uno puede decir a este punto de la historia que el género le debe casi toda su existencia. Toda persona a la que le gusta el cine debería verla porque hay códigos visuales que marcaron ese estilo y se repiten hasta el día de hoy en la forma de filmar, la fotografía, el trabajo con las sombras y las luces y algunas cosas que tienen que ver con la narrativa son marcas, símbolos del cine de terror que inauguró Nosferatu. Es una película de visión obligatoria.’