Vuelven a San Juan con un nuevo disco bajo el brazo, Eureka. Surgidos del denominado Rock barrial, Salta la banca (SLB) pisa firme hace un tiempo en el ámbito rockero argentino.
Se consideran una banda independiente y en ese camino se mantienen por convicción, aunque reconozcan que cuesta más.
Tienen una comunicación muy particular con sus seguidores, porque no sólo suelen colgar sus discos en Internet para descargas gratuitas, sino que a través de un grupo de Whatsapp mantienen informados a sus seguidores.
Antes de su recital de esta noche, Santiago Aysine (31) conversó con DIARIO DE CUYO sobre la fama, los egos, los culpables de Cromañon (tragedia a la que sobrevivió) y por supuesto, del nuevo álbum.
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-Esto de pasar a tocar entre amigos, a llenar estadios, ¿marea?
-No, no marea. Puedo asegurarte que no, tampoco entiendo por qué debería marearnos, porque no nos pasa, ni cerca.
Algunos egos, en el éxito llegan a un punto extremo que hace que los jóvenes piensen que el éxito básicamente se resuelve en eso, ser unos pelot… agrandados. No debería ser así, tampoco voy a plantear la psicología del artista.
-Eso es otra cosa, pero no por eso soy un ególatra. Me afecta un montón, porque no estoy acostumbrado, nací en un barrio chiquito, humilde, todos nos conocíamos con todos. Ahora es raro ir a comer y que te estén mirando.
-Pasa que uno tiene que ser consciente en la coyuntura en la que se manifiesta y nosotros tenemos claro que todas estas plataformas son muy fáciles de viralizar y antes que se viralice una mala calidad de mi obra, prefiero yo subirla (a Internet) en alta calidad. Y por otro lugar, ya sabemos que los discos no se venden, en esta coyuntura y preferimos regalarlos, siempre suponemos que al que le gusta el disco, lo va a ir a comprar después.
-Sí, sin dudas. Pero además la piratería no le afecta al artista, sino a las grandes corporaciones, a las discográficas. No tengo dudas que para un artista es mejor que escuchen mil veces su disco pirata, que lo compren 100 personas, de los cuales de esos discos el 80 por ciento de los ingresos se los deja la discográfica, y vos te quedás con el 20, y 900 personas todavía no lo escucharon.
-Sí, demasiado. Cuesta más. El hecho de no formar parte de una corporación que pueda negociar con otras para que tu contenido empiece a rotarse. Sabemos qué tan importante ha sido para las grandes bandas que sus canciones comenzaran a rotar en las radios populares. Es necesario, pero nosotros no tenemos cómo acceder a eso. Esa es toda la verdad. No tenemos un vehículo que nos permita a nosotros acceder, ni estamos en condiciones de pautarla. Eso hace que todo cueste más.
-Pienso que los chicos son inocentes, han cargado demasiado, me parece terrible que sigan apareciendo como chivos expiatorios, como artistas y músicos no pueden definir si el lugar está en condiciones de que sea utilizado, y siempre en el extremo si a uno le muestran un contrato firmado por el estado que dice que está en condiciones, ya la culpa no es mía, es del Estado, creo que eso deja bastante claro todo. Sentar en el banquillo a un par de músicos y dos o tres funcionarios, me parece que de los responsables políticos de lo que pasó algunos hasta están ejerciendo. Me parece lo más grave de todo.
-Yo creo que hay que terminar, pero hay que profundizar. La lucha contra la tiranía de los 70 es algo que va a dar sus frutos 40 años después, todavía hay gente que no ha sido juzgada. Con Cromañon no tenemos que repetir esto, porque además representa otra forma por la cual el poder se cobra la vida de la juventud. Hay que profundizar sobre la verdadera culpabilidad de lo ocurrido en Cromañon. Callejeros ya cargó muchísimo por Cromañon.

