A full con la gira que lo lleva por todo el país, se confiesa cansado (aunque su fatiga no tiñe ni un ápice su habitual predisposición y cordialidad). Pero no termina de decir la palabra, que casi se fusiona con la siguiente "Feliz". Del auto al teatro, del teatro al hotel y del hotel al auto, así corren los días de Pepito Cibrián Campoy, que desde el 7 de enero de 2015 (cuando comenzó la primera etapa de la gira, en el Teatro Maipo) va de un lado para otro con su nuevo desafío: por un rato puso en modo off al consagrado director, se calzó el traje de actor y le puso cuerpo y alma a dos grandes proyectos que marcan a fuego su 2015: por un lado, su debut en cine con El espejo de los otros (dirigido por Marcos Carnevale, con Graciela Borges, Norma Aleandro, Leticia Bredice, Oscar Martínez). Y por otro, su protagónico en El hombre de la mancha, famoso musical (ajeno esta vez, aunque inevitablemente con su toque) que el próximo domingo subirá a escena en San Juan, de la mano de Fundación Protea (ver aparte). Allí, el prolífico hijo de Pepe Cibrián y Ana María Campoy encarna a Miguel de Cervantes Saavedra y a Don Quijote de la Mancha, durante más de dos intensas horas en escena.

Encantado con la experiencia, doblemente exitosa, Cibrián no deja de agradecer la buena recepción y el cariño que le dispensa el público por todo el país, tanto del otro lado de la pantalla como de las tablas. De este presente perfecto (más allá del trote que implica) Cibrián (quien el año que viene volverá a poner en escena Drácula, con Juan Rodó, en sus 25to aniversario) dialogó con DIARIO DE CUYO.

– Cansado pero contento…

– Tan feliz, tan feliz mi amor… Es muy exigente el personaje y agotadora la gira, y tengo una edad ya… el problema es que no duermo, no sé por qué, pero es agotadoramente feliz.

– Cuando decidiste tomar este desafío, ¿pusiste esas cosas en la balanza o te mandaste nomás?

– No… a mí el hecho de ser actor siempre me gustó mucho. Mi padre me incentivaba mucho y de joven encaucé más mi carrera a lo que tenía que ver con dirigir y escribir y buscar una identidad propia dentro de un género que no existía en el país, que era el musical. Y luego surgieron las cosas. Hace cuatro años más o menos hice Marica, sobre García Lorca. Me fue muy bien, fui a festivales y me dieron ganas de actuar. Cuando supe que se iba a hacer este musical maravilloso, le dije a los productores que me interesaba mucho, que lo quería hacer. Ellos pensaban "¿quién te va a dirigir? ¿Cómo te van a dirigir?’.

– Y sí, puede sonar un poco intimidante dirigir al director…

– Pero no, yo soy un hombre sumamente responsable y humilde cuando me dirigen; confío, respeto, no me pongo a dirigir yo. Y fue todo muy bien. Carnevale vino a ver la obra y me propuso hacer El espejo de los otros… y así todo se fue dando. Yo amo esta obra del Quijote, vi muchas versiones, aquí y en el exterior, me fascinó siempre. Se compraron los derechos, hice la adaptación, que es muy latina y con mucho humor pero a la vez muy emocionante. Se lo comenté a Raúl Lavié, al que admiro mucho y que ya había hecho esta obra, y me dijo que quería ser mi Sancho Panza, que ya tenía la barriga (risas). Yo pensé que era una broma, pero no lo era. Y aquí estamos hace meses y meses en una armonía absoluta. Es un ser encantador, y con Cecilia (Milone), que la conozco tanto, y hace una gran Dulcinea… es un placer trabajar así. Además, adonde voy, sé que me tienen mucho cariño por mi historia, por mis padres…

– Pero más allá del cariño, las críticas hacia tu trabajo actoral han sido muy buenas…

– Sí, gusta mucho la obra, pero en esos aplausos que recibimos también tiene que ver el afecto. Frente a alguien que uno admira o quiere, más allá de la obra hay otras cosas. Hay una historia que la gente conoce, lo que pasa no es una casualidad, hay toda una vida, una entrega, una lucha…

– Has sido un poquito Quijote en lo tuyo…

– Todos somos un poco Quijote, cada uno en lo suyo… vos, yo… el mundo está lleno de quijotes… los refugiados, los que no tienen trabajo en Europa, los que la pelean cada día en este país, sea de la ideología que sea… lo que pasa es que nosotros conocemos cuál es nuestro molino de viento; y el personaje de la obra es un idealista; un loco, dicen, aunque yo nunca lo tomé de esa manera.

– ¿Y te acordás cómo fue tu salida a escena el día del debut?

– Uno tiene nervios, ¡toda la vida! Y me encanta tenerlos, porque es lo que hay que tener. Si los perdiste estás muerto, porque todo proyecto o desafío genera eso. Luego con las funciones se va calmando, lógicamente, y disfruto, porque sé lo que hago, sé donde piso, sé lo que doy; pero nervios hay, claro que hay…

– ¿Sentís que este año actoral te sacó de esa "zona de confort"? Ya estás instalado como "el padre de la comedia musical" en el país…

– ¡Ah no! Al contrario, ¡es mucho más cómodo ser actor! El actor está a disposición del director, y (como he hecho yo siempre y seguiré haciendo) no se preocupa ni por el teatro, ni por el decorado, ni por el vestuario, ni por las luces; nada más que por el personaje y que te dirijan, es maravilloso ese lugar, ¡es tan cómodo! Y también me gustó hacerlo en cine.

– Hablando del cine, fue tu debut…

– Sí, y espero seguir haciendo cine, es una cosa muy distinta y Marcos supo dirigirme de manera impecable.

– ¿Te viste? ¿Te…

– …Me encanté, sí, debo reconocer que me gusté mucho. Es un gran año, así que lo quiero disfrutar un poquito.