Extrovertida, como siempre; Moria Casán hace de su vida un unipersonal, con la pantalla como cómplice y el escenario como testigo. Con el placer de romper esquemas y hablar sin candados verbales; se presenta esta noche, a las 23, en el Casino del Bono Park (ver aparte), como dijo a DIARIO DE CUYO.

Vedette, actriz y profesora de danza clásica; en la actualidad y junto con Marcelo Polino, celebra 10 años en Bailando por un sueño (el primero fue como bailarina).
– El Bailando está que arde…

– Es una especie de acting-no acting, un poco de realidad y un poco de ficción, un mix. Pero es mientras dura el show.

– ¿Te estresa?

– Si hay algo que no me contractura es el Bailando.

– Sobre todo cuando ya llevás una década…

– Si, el primero como participante y los otros nueve como jurado.

– ¿Te considerás una infaltable, al igual que Polino?

– Somos los históricos. Nadie es imprescindible pero somos los que más entendemos el juego. Ya sabemos lo que quieren y tratamos de armar el juego para que Tinelli haga un gol. Si tiene que remarla con un participante, sabemos que tenemos que intervenir sin pisarlo y sin invadir. Para eso tenés que tener el timing y la impronta del show, pero son cosas que manejo como pez en el agua…
– ¿Te costó agarrarle la mano en un principio?

– Cuando comencé en el jurado, lo que impuse fue una especie de talkshow con los participantes, eso hizo disparar otras cosas con chicas muy consagradas a las que les hacía una especie de ecografía, algo que no se había hecho hasta ese momento. Antes el jurado era muy complaciente.
– ¿Cómo fue mutando el Bailando?

– Yo estuve en todas y mutó con el paso de Laura Fidalgo, Flavio Mendoza, Aníbal Pachano, Ricardo Fort, la Alfano; todos muy profesionales, porque hay que estar horas y horas ahí; como Fort, con su rodilla hecha moco que se llevaba todo su equipo para darle al show lo que necesitaba…
– ¿Y qué le es útil?

– Todo… Es un combo.
– ¿Sin el jurado rendiría el Bailando?

– Creo que es como si Messi jugara sólo. No sé si haría tantos goles…
– Pero no todos pueden ser jurado. Como en el caso de Antonio Gasalla el año pasado, que dijo que se aburrió.

– Él pensó que iba a poner sus personajes en el piso con Marcelo y casi no pudo. Encima, en el jurado, estuvo en un lugar poco agraciado, porque cuando le tocaba el turno de dar su devolución, ya todos habíamos dicho todo.
– ¿Extrañas a Graciela Alfano al lado tuyo?

– No. La verdad es que el show es tan avasallante que no te da tiempo de extrañar, todos sin bienvenidos, pero tengo una vida además de la tele.
– Ahora estás distanciada de Soledad Silveyra, a quien llamaste "constipada existencial".
– No estoy peleada y no quiero hablar mal de ella tampoco, pero se puso en el lugar de que la dejamos de lado y eso no es verdad. Apela demasiado a la victimización, que lo haga un poquito está bien, pero dejarnos como las malas de la película, me parece infantil, medio vintage, como pelea de geriátrico, y entre infantil y geriátrico, medio a papelón.
– ¿Te gustaría volver a bailar, como Carmen Barbieri que fue bailarina, después jurado y ahora otra vez está en la pista?

– No, no, no. Una vez que bailaste ya hiciste todos los ritmos. Estoy cómoda en el jurado
– ¿Cómo evaluás a Federico Bal, el representante del sueño sanjuanino? (ver pág. 19)
– Lo veo muy bien. Tiene oído, gracia, swing, precisión rítmica, después lo adorna con su canchereo y tiene a Laurita Fernández como compañera y un gran coach, por eso los coloqué en el podio de los virtuosos.
– ¿Lo ves como candidato para llegar a la final?

– No podría decirlo. De pronto, los virtuosos después se desarman y alguien que no pintaba nada se empieza a descubrir.

– ¿Tenés temor a quedar rotulada como jurado del Bailando?

– No, para nada. Soy cero prejuicio. Si ya vas con un personaje a todos lados, siento que te come, me siento Chirolita; y mi orgullo no me lo permite, así que cuando estoy con el Bailando, hago más cosas que nunca, como ahora que me preparo para estrenar la obra Las Tres Viejas en agosto, en El Picadero.
– Pero sí puede servir como vidriera…

– Puede que a algunos les sea útil para llenarle un poquito más la sala. Sin embargo, hoy en día, pueden llenar más los teatros, los artistas que no hacen TV, la gente no paga para lo que ve gratis, la tele no te agrega. La fama, no tiene que ver con el éxito ni con llenar un teatro, en estos tiempos no. Si te puede dar popularidad, es una buena vidriera, sí.