Hace 7 años que vive en Nueva York y su nombre ya tiene un lugar entre los músicos reconocidos en importantes círculos. Con una carrera vertiginosa que ya le permitió llevar los acordes de su bandoneón a los cinco continentes, Juan Pablo Jofré Romarión regresa a su San Juan natal al menos una vez por año para tomar contacto con sus orígenes y reencontrarse con el público local. El músico de 32 años, que viene de tocar con la Sinfónica Nacional en la Ballena azul, actuó ayer junto con la orquesta escuela de Rawson para los alumnos de la Escuela Hogar José Manuel Estrada y a los niños les habló de su experiencia, y su esfuerzo para llegar a triunfar internacionalmente. ‘Busco inspirar a los chicos que tienen menos recursos, contarles que me crié en el barrio Rivadavia Norte, que iba a la Escuela de Música en bicicleta; no quiere decir que tengan que ser músicos, pero que lo que hagan, sea con dedicación’, comentó a DIARIO DE CUYO sobre la visita.
Mientras termina un año prolífico que incluyó conciertos en Asia, la firma de un importante contrato y el lanzamiento de su segundo disco junto a su banda, (Hard Tango Chamber Band) con composiciones propias, la visita de Juan Pablo también tuvo un condimento especial. Es que llegó acompañado por su novia, Mihyun Kang, una fotógrafa coreana que además de conocer a la familia del sanjuanino, realizará un registro fotográfico de distintos aspectos de San Juan, fascinada con los ‘enormes paisajes’.
-¿Cómo fue este año, laboralmente? -Fue un año cargadísimo de cosas, presentaciones todos los meses en el Museo Metropolitano de Nueva York, después en Taiwán, seis conciertos. Firmé un contrato por los próximos 10 años, algo que no es muy común. Me siento un privilegiado. Presentamos el disco Manifiesto en Corea, para la KVC, la más importante en Corea y también en el Seúl Art Center, como el Teatro Colón de Corea. El 14 y el 20 voy a presentar el disco en el Rock Wood Music Hall y el 23 en el Metropolitan Museum of art. El concierto más importante será con la San Antonio Symphony que es una de las orquestas más grandes de los Estados Unidos.
-¿Cómo lográs esos contactos? -De eso estoy muy orgulloso también, porque todo se da por recomendaciones, gente que me escucha tocar, me recomienda. Nunca tuve un mánager; sí tuve consejeros artísticos. Siempre me preguntan ‘¿quién es tu mánager?’, porque me dicen que es impresionante la cantidad de conciertos que tengo.
-¿Cuánto ayuda ser argentino? -Si un argentino toca tango es muy noble y auténtico. Si Paul McCartney hace un concierto y toca tango, es muy probable que la gente vaya porque es él, no porque diga que hace tango. Lo que quiero decir es que es importante presentar la música del país. La música que hago es 100 por ciento argentina y el instrumento que toco, el sello.
-¿Cómo te hacen sentir estos logros?¿Recordás tus inicios? -Me siento muy agradecido, me llena de orgullo, porque me costó mucho. Me acuerdo la primera vez que vine para una entrevista, vine en bicicleta y para mí era algo increíble que el Diario de Cuyo me hiciera una nota. Cuando todos estaban en la pileta, en plena siesta, yo estudiaba piano en la Escuela de Música. Tiene un sabor mucho más importante cuando uno la pelea de abajo que cuando las cosas se dan fáciles. Por ahí nacés en una familia de músicos, las posibilidades de que seás músico reconocido son muchos. En mi caso mi papá estaba en el tema del transporte; mi mamá, ama de casa. Mi abuelo tocaba el acordeón, pero en las fiestas de la familia.
– ¿Y que tu nombre sea reconocido? -Me da orgullo, porque en Nueva York vivieron las personas que más admiré, como John Lennon, Ástor Piazzolla, Bela Bártok, es una ciudad históricamente muy importante. Por ahí no lo puedo creer, que de San Juan, esté viviendo en NY y tocando el bandoneón.
-¿Extrañas San Juan? -Sí, obviamente… la familia, los amigos, el aire que tiene San Juan, el cielo, las montañas… se extrañan siempre. Tengo una forma linda de extrañar San Juan. Cuando estás haciendo lo que te gusta, estás ocupado haciendo eso, extraño pero no de una manera mala, no lo sufro. Lo extraño hasta con la alegría de que en pocos meses voy de nuevo.

