Juega entre la desfachatez y la psicodelia. Pero, detrás está Adrián Dárgelos, el poeta que a sus más de 40 años dice ser "un buscador’, el hombre que prefiere mantener su historia como padre de 2 hijos en la más absoluta intimidad, y el cantante que pisó San Juan por última vez en 2008 y hoy regresa (ver aparte) con Romantisísmico, la placa Nro 11 de Babasónicos.
El universo fantástico de sus canciones, la vuelta al septeto (con el ingreso del bajista Gustavo "Tuta’ Torres al elenco que conforman Carca, ahora multinstrumentista, Diego Tuñón en teclados, Diego "Panza" Castellanos en batería, Diego "Uma" Rodríguez y Mariano Roger en guitarras, y Adrián en voz), el sismo romántico de este álbum y el rock, son los temas en los que se embarcó Dárgelos, en una charla con DIARIO DE CUYO, donde devela un profundo y complejo costado literario.
– No es el 100% Romantisísmico, es una hora y pico de show que me da espacio para que recorra la trayectoria pero no desde la misma óptica que la recorrí con A Propósito (NdR: álbum lanzado en 2011) o con Mucho (NdR: producción de 2009), sino modificándole determinados links. Hay canciones del repertorio nuevo, que me dan libre asociación con otros temas, provocan cambiar; es decir, no hacer lo que sentía que hacía en el caso de Mucho, que tenía temas que emparentaban y temas que distanciaban. Romantisísmico me hace renovarme con temas que realcen aquellos que van a tocarse por primera vez y que tengan que ver o que contrasten con eso como, por ejemplo, es Paisano que lo tocamos con Desfachatado
– Babasónicos se propone incorporar a este gran universo musical que creó, pequeñas gemas que sean incorporadas a ese gran collar de cuentas. Por lo tanto, siempre presupone un concepto de composición y preproducción para no repetir caminos que lleven a resultados similares. Pero, más que nada, en este disco volvemos a ser siete músicos con el ingreso de "Tuta’ en el bajo para lo que Carca pasó a ser multinstrumentista; así, la banda tiene otra dinámica y las canciones surgen de la música de ensayo no de la canción, aunque no se aparta totalmente; eso lo hace distinto al disco anterior, donde hacemos canciones particulares de canciones. Yo siento que acá las canciones están más montadas sobre la unicidad del ritmo y son más singulares.
– Para mí es un placer. No lo hago como un trabajo, es una casualidad que me paguen por lo que hago.
– Siento que la banda evolucionó por tener una nueva formación y eso es un oxigeno distinto. Creo que estoy pasando por melodías nuevas que nunca había tocado y formas narrativas que me inducen a nuevos personajes que incorporo en el escenario, esto conlleva a cierta pérdida de picardía, de cinismo y crueldad para ganar otra clase de profundidad en distintas visiones de la verdad o aspectos de las relaciones humanas.
– Es la imaginación. Creo que antes la imaginación estaba orientada hacia otro lado o me excitaba más combinar otras variables, en este disco siento que esas variables están agotadas y busco otras. Siempre trato de diferenciarme, para no volver a hacer lo mismo. En el álbum anterior, ni siquiera mencionaba la palabra amor y en este dejé que lo que atraviese un poco más. Soy un buscador nato.
– No es que sea difícil, porque el ambiente como tal, no existe como embrión contenedor. Al hacer música, sos una antena alerta, un médium entre determinadas pulsiones de nuevas conductas, deseos y fantasía, por lo tanto tenés que ser siempre presente y siempre actual, encontrando ese aspecto y ese cariz de la verdad. Desde el primer disco hago eso y no temo porque el ambiente del rock se vaya, desaparezca o me aparte. No pertenezco a un ambiente del rock, no hay una cofradía de músicos que son amigos, hay amistades particulares eso sí. Si no sos algo bueno o fresco, para qué…
– No inspira la canción, mi familia es parte de mi intimidad. No siento que ellos tengan que ver con la fantasía de mis canciones, no se mezclan.

