Es uno de los co-fundadores de este grupo de rock que nació por el año 1995 en las afueras de un mítico bar llamado El Tigre de la ciudad de Montevideo. Se llama Carlos Quijano, apodado "Coli", saxofonista de La Vela Puerca, la banda uruguaya que ya se ganó un lugar entre los argentinos y que por tercera vez, el conjunto liderado por Sebastián Teysera, llega a la provincia promocionando su último álbum discográfico llamado "Piel y Hueso". En el marco de una gira por Cuyo y por otras regiones del país, La Vela Puerca cruzará el Río de la Plata para llevar una noche calurosa y bien rockera este próximo fin de semana en Hugo Espectáculos (Ver aparte).

Previo al arribo del tándem charrúa, "Coli" Quijano dialogó con DIARIO DE CUYO.

– ¿Qué más les gusta de tocar en San Juan?

– La primera vez que estuvimos, fue cerca del año 2000 si no mal recuerdo. Fue en un bar muy chiquito, había poca gente y hacía mucho frío. Pero la segunda oportunidad, en septiembre del año pasado, fue una parada realmente estupenda. Esa vez nos dimos cuenta que el público de San Juan, como el resto de los argentinos, lo que más demanda es agite, quieren saltar y corear como loco con nuestras canciones. Es increíble lo que hacen en un show. En esta oportunidad, haremos un recital con todo nuestro repertorio repasando nuestra discografía, tanto de lo viejo como lo nuevo, así están todos contentos. Daremos un espectro bien rockero con algunas partes acústicas. Y lo principal, vamos para divertirnos.

– ¿Qué aporte hacés al grupo como saxofonista de la banda?

– Dentro de lo musical y con las limitaciones que tengo, le doy mi toque personal en cuanto a los arreglos de las canciones dentro de la parte de vientos. También para opinar sobre todo lo que escribe el ‘enano’ Teysera. El saxofón es un instrumento muy rico, y bien tocado suena mucho mejor. No soy músico de carrera, trato de hacer lo mejor que puedo. Sin embargo, reconozco que todavía el saxo me sigue costando.

– ¿Cómo fue la primera versión de La Vela y en qué cosas cambió respecto a hoy?

– Sufrimos muchos cambios. Antes lo nuestro era como un hobby, una juntada con amigos para ensayar por la tardes y por las noches cuando podíamos. El motivo fue para descargar energías después de un día pesado de laburo o de estudio. Pero con los años, la música se convirtió en una verdadera profesión que sigue asombrando y no deja de ser exótico. Aunque no seamos músicos de formación académica, venimos tocando de manera increíble. La Vela es nuestra forma de vida y es muy gratificante.

– ¿La esencia es la misma para manifestarse musicalmente?

– Mantenemos la sinceridad a la hora de componer. Pero sí, hubo una profunda transformación en la toma de decisiones al entrar al profesionalismo. Esas decisiones pesan bastante, por ejemplo, elegir donde tocar, el precio de entrada, qué sponsor aceptar, etc. Respecto a lo demás, nuestra música sigue siendo honesta y espontánea. Tampoco buscamos el éxito por el éxito en sí mismo.

– Cuando aparecen ustedes, ¿cambiaron la historia del rock uruguayo?

– Creo somos una generación que pateó el tablero. Me considero parte de la camada de La Abuela Coca, No te va a gustar y otras bandas que surgieron en los años 90 y que les movió el piso a muchos veteranos que ya estaban tocando como Los Estómagos, Los Buitres, La Tabaré, La Chancha. Esto se dio al inaugurar el circuito profesional. Porque el ambiente siempre fue todo muy amateur, se tocaba mucho, pero la retribución económica era poca y no permitía a las bandas crecer hacia adelante. Tampoco había mucha voluntad de pasar las fronteras, de cruzar el charco y llegar a Buenos Aires. Todo era algo muy local, muy competitivo, y justo aparecimos en un momento de despertar. Era una época difícil, porque ni siquiera a nuestros padres les gustaba la idea que seríamos músicos. Los únicos uruguayos consagrados eran dos: Jaime Ross y Rubén Rada, pero todo el resto la remaba.

– ¿Sus canciones sociales fueron su mayor pilar?

– Al principio estuvimos muy metidos al compromiso social. Dado que las letras del ‘enano’ apuntaban directamente a eso. Pero actualmente, andamos por caminos diferentes. Siento que anduvimos mutando hasta esta parte. Las letras de Teysera son ahora más introspectivas, más poéticas, pero transmiten la misma intensidad a la gente ya que ésta se identifica mucho con ellas. Ya no arengamos tanto la revolución, por decirlo de alguna manera, salvo el ‘Cebolla’ (Sebastián Cebreiro, segunda voz y compositor) se mantiene más combativo. Es exactamente lo que veo reflejado en este último disco ‘Piel y hueso’.