Su larga figura se mueve con calma, pero sin interrupciones. Suele bromear con que él es como Robocop, por un implante de titanio en un hombro y el chip en el cerebro que le permitió revertir algunos de los efectos del Parkinson que padece hace más de 15 años.
Gustavo Plis Sterenberg habla con emoción de la música que, confiesa, lo ‘ayuda a seguir adelante’. Y es una lucha constante en la que vive, de la que no lo aparta ni siquiera un preinfarto que sufrió hace 15 días y del que se recuperó sin secuelas porque fue atendido a tiempo.
Pero es el éxito de la Camerata San Juan que formó en 2010 y dirige desde entonces lo que motiva la charla, que se desarrolla en el desierto Foyer sur del Auditorio Juan Victoria, donde el domingo pasado pululaba el público expectante por el concierto mensual -gratuito- de la agrupación que, esta vez, homenajeó a cantautoras latinoamericanas.
Instalado en San Juan desde que en 2007 llegó para conducir la Orquesta Sinfónica de la UNSJ, tras ser director permanente del Teatro Mariinsky en San Petersburgo muchos años, el Maestro impone constantemente nuevos desafíos para la Camerata San Juan.
-¿Cuando comenzaron con la Camerata creyó en que tendrían esta convocatoria?
-Yo siempre confié en que lo íbamos a lograr. Que el conjunto lo iba a armar contra viento y marea.
-¿Qué significa la Camerata San Juan para usted?
-En este momento, es lo que me mantiene. Lo que le da sentido a mi actividad, sobre todo en un momento tan difícil como el que estoy pasando con la salud. Yo lo que fui haciendo de a poco, me fui rodeando de gente muy capaz, muy inteligente.
-Y este presente del conjunto, ¿le da satisfacción?
-Sí. -¿Por cómo suena, por la respuesta de la gente, o ambas?
Las dos por igual. Estoy muy conforme con los músicos de la Camerata. El año pasado yo no podía decir que estaba contento o satisfecho con la gente que estaba en Cultura, en lo absoluto. Lo que pasa es que con el Ministerio de Turismo y Cultura he tenido choques muy fuertes.
-¿Cuál es la clave del éxito de la Camerata?
-Hay que empezar desde el principio. Rompí la imagen del director solemne. Y lo hice con un poco de humor. Después todas son estrategias. Una estrategia ahora, y es cuando viene la gente y viene en cataratas, es que empezamos a tocar no sólo popular, sino lo popular de lo clásico. Eso ya significa que tenemos que acceder a un repertorio más complicado técnicamente y un ida y vuelta también muy bueno. Nuestra ‘ida’ es difícil, porque hace falta músicos. No pensamos hacer una sinfónica, pero sí necesitamos algunos músicos.
Todos los días me pasa que en el centro me paran y me dicen ‘Maestro qué linda su orquesta, lo felicito’, o palabras muy lindas. Y me hablan mal de una orquesta hermana y me dicen que le dieron el knock-out.
-¿Por la Sinfónica de la UNSJ le dicen?¿Hay competencia?
-Yo no compito. Todo lo contrario. Cuando ellos tienen un acierto, yo soy el primero que se alegra. Ahora, cuando nos copian, también me pongo contento, quiere decir que si nos copian, vamos bien.
-¿En qué les copian?
-En el repertorio popular; el director habla, establece un vínculo, rompiendo la etiqueta; los banners, los carteles grandes. Pero yo lo tomo como que son mis colegas. Yo fui director de ellos durante dos años, al margen que hicieron una movida con una falsa acusación.
-¿A qué se refiere?
-Dijeron que yo iba a matar a los músicos de bronces. Fui citado por el Decanato de Filosofia. Y había nueve personas: el decano, un abogado y yo; las otras seis no las voy a nombrar. Me dijeron ‘vos querés matar a los músicos’. Porque yo llevaba a veces una valijita con una pistola, porque voy a practicar al tiro federal. Ellos dijeron que yo iba a salir a la sala a tirar tiros. Cuando me citaron lo primero que pensé fue ‘me citan para darme algún obsequio y agradecerme por los dos años de actividad’. Y flor de sorpresa me llevé. Lo que pasó es que entró una persona a mi camarín y abrió la valijita y vio el arma. Ahí empezó la historia.
-¿Siente que fue injusta esa salida de la orquesta?
-Sí. Pero ya fue eso. Ya la gente ni se acuerda. Pero fue un momento difícil.
-Teniendo en cuenta su salud, ¿se siente con fuerzas para seguir dirigiendo?
-Yo voy a seguir dirigiendo con un brazo, con una pierna, con un hemisferio cerebral… Yo soy un poco como esa poesía que dice ‘que muerda y vocifere vengadora, ya rodando en el piso tu cabeza’. Yo tengo además varias ideas y las quiero llevar a cabo y es un proceso largo el de la Camerata. Me voy a retirar cuando un asistente me empiece a reemplazar y yo pueda confiar en él.
-¿Y tiene en vista a ese sucesor?
-Necesito una persona que, al menos, sea fanática a muerte. Hay un candidato, pero no es sanjuanino, se tendría que sanjuanizar primero.
-¿Siente que tiene mucho más para dar?
-No sé si mucho, pero unos kilitos para dar, sí. Y los voy a dar.
-¿Extraña su trabajo internacional o se siente bien en San Juan?
-No, en absoluto, me siento satisfecho. También me sentía satisfecho cuando estaba allá (en Rusia). Si no hago bien mi trabajo, aunque sea la mejor orquesta no voy a estar contento.
