A casi 20 años de la película que marcó un hito en su prolífera carrera y que le permitió que Almodóvar se fijara en él, Darío Grandinetti disfruta de Pedro, el artista frustrado que encarna en Baraka hace tres años y que llega por segunda vez a San Juan de la mano de Protea.

La obra dirigida por Javier Daulte y también protagonizada por Juan Leyrado, Jorge Marrale y Vando Villamil (en lugar de Hugo Arana), termina sus presentaciones y el Teatro Sarmiento será el penúltimo escenario que albergará esta historia sobre la amistad de cuatro hombres adultos en un momento muy particular de sus vidas.

El actor que dio vida a Oliverio en El lado oscuro del corazón, o a Leopoldo en No te mueras sin decirme a donde vas, – las dos de Eliseo Subiela- acaba de terminar de grabar la película Matrimonios, junto a Cecilia Roth, y en algunas semanas comenzará a ensayar "Mineros" una obra dirigida también por Javier Daulte donde volverá a compartir las tablas con los hombres de Baraka. Pero también tuvo un paso fugaz por la pantalla chica en un capítulo de TV por la inclusión, donde además tuvo la grata experiencia de compartir escena con su hijo Juan.

-Volvés a la televisión después de mucho tiempo…

-Sí, sí, ya grabé. Uno ni vuelve ni se va de un lugar que no es suyo. La verdad que para los actores la televisión es un sitio de paso. Es verdad que hace mucho tiempo que no pasaba por ahí, ya está, ya volví y me volví a ir.

-¿Y no lo extrañabas tampoco?

-No, no, no. La televisión tiene unos tiempos que no son muy orgánicos para mí. Se trabaja muchas horas, libretos entregados con poco tiempo, se trabaja de más, por no organizarse mejor. No puede ser que uno esté cinco días para hacer un capítulo de una hora. Si me dijeras que sale de una manera tan especial, pero tampoco sale de una manera tan especial.

-¿Qué opinas entonces de la televisión de hoy?

-La gente ve eso, un producto hecho con poco tiempo. Pero porque han decidido que sea así. Se toman cinco días para grabar, uno podría decir que es tiempo suficiente, pero el libreto te lo entregaron la semana anterior. Deberían grabar tal como están escritos los capítulos y recién ponerlo al aire. No empezar a correr con los tiempos del aire y la grabación, porque entonces ahí, lo apuran al autor, nos apuran a nosotros, y el producto no es lo que debiera ser. También es verdad que en la televisión el autor está poco tenido en cuenta. Con estos nuevos programas (financiadas por el INCAA) hay más cuidado, se han convocado a autores de verdad, pero sigue siendo poco tiempo.

– ¿La ficción está subestimada en la televisión?

-No, está subestimada la televisión. Cuando digo yo estas cosas, enseguida la respuesta es bueno, qué querés es televisión. Y qué me importa que sea televisión, es como que dijeras, siempre se murieron de hambre los chicos, o los maestros siempre cobraron poco. No avanzaríamos nunca.

-¿Si hubiera un cambio sería más atractivo volver?

-Sí, claro. Pero igual a mí no me llueven ofertas para estar en televisión, no me la paso rechazando proyecto de televisión. No, pero sí las veces que llaman tomo en cuenta la calidad de lo que se va hacer, de qué vamos a hablar, cuántas horas por día yo voy a estar ahí y la imposibilidad de hacer otras cosas que me significa estar ahí; en consecuencia, cuánto dinero me van a pagar para que yo me pierda de hacer lo que tengo que hacer. Ahí no nos ponemos de acuerdo. Igual a mí la televisión como medio de expresión, como medio de comunicación, me parece el más importante en la historia de humanidad. Ahora, para qué se utiliza, esto eso ya es otro tema con el que no siempre estoy de acuerdo.

-¿Qué disfrutas más, el cine o el teatro?

-Las dos cosas, el teatro por la adrenalina, por la presencia del público y del cine disfruto poder aislarme dos meses en una historia que al cabo de ese tiempo fue y pasamos a otra. La tarea como actor en el cine me gusta mucho.

– De todas tus películas, ¿cuál destacás?

-A mí me cambió mucho El lado oscuro del corazón (de Eliseo Subiela, 1992). Me hizo conocido afuera, sobretodo en España, de donde me llamaron mucho, y sirvió para que me conociera Almódovar.

-¿El cine como el de Subiela funciona hoy?

-Es complicado. Pensemos que a El lado oscuro lo vieron un millón de espectadores. Hoy las películas que son vistas por esa cantidad de gente es otro tipo de películas, otro tipo de cine. Probablemente El lado oscuro del corazón hoy no sería vista ni por 10 mil personas o sí, no sé. Lo que ocurre hoy me hace pensar que no, al menos me hace dudar de que sea un éxito una película como esa.