Conocido por su estilo y personalidad, Chiqui Abecasis vendrá a San Juan para compartir su nuevo unipersonal llamado ‘Salud, dinero y amor’. Chistes y monólogos atemporales mezclados con actualidad política. Un combo de temas variados como las relaciones familiares, la edad y lo autorreferencial. El cómico habló con DIARIO DE CUYO antes de sus presentaciones en los casinos (Del Bono y en Rawson) sobre la identidad del humor argentino.
– ¿Cómo será este nuevo espectáculo?
– Es un formato donde le viene bien cómodo a la gente. Le doy la posibilidad para que se divierta a cierto nivel llevándole buena onda en momentos difíciles que hay ahora. Me gusta ser un motivador de risas en la gente. Hacemos una meditación dinámica y durante más de una hora no pensamos en nada. Nos reímos y la pasamos bárbaro entre todos. Lo que propongo es darle al cuerpo, al espíritu y a la mente un momento de liberación y de soltar algo tan maravilloso como es la risa. Es un don que todos tenemos. La debemos desarrollar más, porque la televisión nos bombardea con miles de problemas, de noticias que son un bajón y nos tiene reventados. Esta propuesta está hecha desde el alma, con la convicción de invitar a experimentar alegría y buena onda.
– ¿Recibís ayuda a la hora de escribir tus monólogos?
– Desgraciadamente no (risas), sería lindo contar con alguien que me entienda y pueda escribir para mí. Todo lo que hago y digo, lo escribo. Hago cosas que me cuentan, cosas que me pasan a mí o que veo de cerca. Las disfrazo y las convierto en comedia. Tanto con los muchachos en la mesa del bar. Converso mucho con la gente y veo cuando algo no anda bien, lo saco y meto otros ingredientes. Me gusta trabajar más los remates. Influyen muchos factores, la forma cómo digo las cosas, pero lo más importante que tengo es la seguridad y confianza de amar lo que hago y la experiencia de más de 30 años en el oficio de hacer reír.
– ¿Cuál creés que sea tu punto fuerte como humorista?
– La verdad que no lo sé, nunca me analicé cómo soy. Simplemente me paro y cuento. Eso lo debe decir el público con lo que propongo. Me paro en el escenario y la gente se ríe. Hay situaciones que salen en el momento, las improviso y las aprovecho en beneficio del espectáculo.
– ¿Qué particularidades encontrás en el humor argentino y si difiere en cada región?
– Es muy amplio el humor argentino. Hay cosas que me divierten y otras que no. Para hacer humor hay que tener códigos. Si vos posees el código humorístico de la persona que te lo está dando, todo bien. De lo contrario, costará mucho entenderlo y que se ría. Cada región del país tiene su humorista y todos hacen reír. Si me voy a Cuyo, me cuentan chistes de sus cosas regionales y me costará un poquito engancharlo. Yo no conozco cómo es la vida en San Juan o Mendoza. Hay cosas muy puntuales, pero los temas humorísticos son universales. El humorista de cualquier provincia que va a Buenos Aires, puede hacer reír igual. Trabaje en Perú, Venezuela, España, Colombia, Miami y la gente se ríe conmigo y la pasa genial. Pero lo regional pasa por ciertas palabras. Cosas como el ‘bolu…’ o el ‘che won’; decirle ‘bondi’ al colectivo, o autobús en Europa. Según las palabras pueden entenderse bien o no. Es saberlas usar en cada lugar.
– ¿Pero se distingue entonces un humor argentino de otros países?
– No. Nos la creemos nosotros. Eso que nos distinguimos de los demás, es parte de la soberbia del argentino. Sea chileno o colombiano, tienen su humor, en Ecuador se ríen tanto, porque lo hacen dentro de sus códigos. Si uno no se adapta al lugar y a sus códigos, tampoco se te van a reír. Me parece a mí, a no ser que sea un humor muy de elite como Les Luthiers, que es otra cosa. No es nuestro rubro. Eso de pensar que el humor argentino se diferencia del resto del mundo, no es así. El mejor humor en Chile es el chileno y así en cada país donde caminés. Desde mi humilde punto de vista, para los que creen que soy el mejor, soy el mejor (risas).
– Si hay buen humor, ¿entonces por qué la televisión nacional lo deja de lado?
– No hay más programas humorísticos en la tele porque no hay productores, hay una crisis grande por falta de autores y tampoco hay tiempo para sentarse a ver un programa para reír. La gente no está dispuesta a esperar un remate, está locamente acelerada. Falta el factor sorpresa. Por eso es complicado hacer humor en televisión, los espectáculos rinden más en el teatro. Ahí la gente realmente disfruta.

