La charla lo exhibe tan visceral como su lengua, esa que -con voz chillona-, inquieta a los famosos y revela sus trapitos sucios -y se guarda otros-. "Soy un tipo directo", explicará el omnipresente periodista que hace radio, gesta polémicas con "Paparazzi" y se unge en Intrusos como el secuaz de Rial. El incisivo Ventura, reemplazó el lunes al excéntrico Fort en el jurado de Bailando y contó su experiencia a DIARIO DE CUYO.
– ¿Cómo viviste la permuta Fort-Ventura? Qué sillón te tocó…
– Fue todo fulminante. Marcelo me llamó, me preguntó si estaba en condiciones de hacerlo y le dije que si América lo autorizaba, lo hacía.
Me tuve que dividir entre mi programa de radio, Intrusos y pergeñar qué me iba a poner. O me iba de ciruja o con una pilchita digna. Por suerte saqué un leviton de la casa que me viste y me fui con todo el cansancio de mi vida. Yo arranco a las 6 de la mañana todos los días.
– ¿Ser jurado de Bailando es más estresante que suplantar a Rial en Intrusos?
– No, la pasé bárbaro en Bailando y lo paso bien en Intrusos, pero no es fácil reemplazar a Rial. Jorge está en Europa hasta la semana que viene y hay que remarla. Lo que hice en el jurado para mí es una cosa mucho más liviana, porque el peso del programa pasa por Tinelli. Uno lo que hace es aportar algún bocadillo.
– ¿Fantaseabas con estar en el estrado?
– No estaba como fantasía, pero Marcelo tuvo tan buenas actitudes para con Intrusos y Paparazzi, que de alguna manera, había que devolver gentilezas.
– ¿El resto de los jueces te dio la bienvenida? Uno más bravo que el otro…
– (risas) No, todo bien con todos. Me divertí y lo disfruté mucho. Es más, tenía miedo que me enfocara la cámara y estuviera dormido. En medio de la inacción, lo único que me sorprendía es estar instalado en el medio de un fenómeno mediático como es Showmatch.
– Tu lengua filosa se lució con Listorti, pero la novela Alfano-Alé-Escudero acaparó la atención de todo…
– Y bueno, lo dice el propio título. Show y Match. Por un lado show y después competencia. Eso es lo que plantea el programa. Y Bailando por un sueño es bailar, porque me parece que del sueño queda muy poco. Si no se hizo la competencia de parejas, es porque rindió lo de Alfano. Tuvo picos de casi 35 puntos de rating.
– ¿Le creíste su lipotimia o fue una improvisación de sus clases de teatro con Julio Chávez?
– Mirá, yo las lágrimas se las vi. Llorar, lloró. Después si se sentía mal o no, no sé. La percibí quebrada. Yo soy un tipo directo, a mí me consultó dos o tres cosas y no sé si eso le habrá caído mal.
– ¿Se aproxima la fecha de vencimiento de Fort?
– Hace un año lo vengo escuchando (risas). La verdad es que Fort se las ingenia para estar siempre vigente. Si realmente hubiera hartado, no estaría en los medios.
– ¿Lo de Vanucci tiene retorno? Se quemó feo con la producción de fotos…
– Eso lo tendrá que definir ella. Creo que si Victoria lo maneja con inteligencia va a volver y seguramente pedirá las disculpas pertinentes. Pero sin sentirlo en el alma, porque creo que Vanucci se ca… en todos.
– ¿A qué cosas renuncias para ser el periodista de espectáculo mejor informado?
– A muchos espacios de mi vida, a muchos tiempos de la gente que me quiere.
– ¿Y el medio? ¿Te odia o te quiere?
– Yo me siento un tipo querido. Si me odian, no me preocupo. A ver, no me preocupa el afuera, me preocupa el sentimiento de la gente que considero. Quiero hacer lo que tengo ganas de hacer. No vivo pendiente de si lo que hago puede caer bien o mal.
– ¿Hasta dónde llega el límite a la hora de una tapa?
– La palabra ética y la palabra límite las escucho todo el tiempo. Me doy cuenta, que muchas personas que la utilizan no tienen ni idea de lo que están hablando. El límite para uno puede ser diferente al del otro. Creo que todo el mundo tiene una chicharra interna que empieza a sonar cuando llega el límite. Para un violador el límite es mucho más cortito que para un maestro rural honesto. Uno tiene más tolerancia con la gente de bien. Si hablamos de límites con hibridades, me río mucho. El límite lo corro permanentemente.
