Se conocieron como bailarina y director del Ballet del Mercosur, adonde entró vía audición hace una década, cuando tenía casi decidido dejar la danza. "Si voy, por lo menos conozco a Maximiliano Guerra de cerca y listo", se dijo. Pero esta chaqueña de nacimiento y cordobesa por adopción, no sólo lo conoció a él y se reconcilió con su vocación. No pasó mucho tiempo hasta que Patricia Baca Urquiza y el ya gran bailarín argentino pasaron de la admiración a algo más. Ese algo más se hizo carne en un escenario, con un beso a ritmo de tango, que dejó de ser estrictamente profesional. De hecho, Maximiliano contó que duró más de lo marcado. Pero no quedó ahí. Después vino la convivencia, dos hijas -Azul y Zoe- y el casamiento, en 2007, cuando ella tenía 29 años y él 40.
Durante todo ese tiempo, la dupla compartió también vida y escenario en San Juan, adonde regresarán el próximo sábado, pero esta vez, con un atractivo más: Carmen -la pieza que ofrecerán en el Teatro Sarmiento- marca el primer protagónico de Patricia, y junto a su marido, quien seguro de su talento y madurez, la impulsó a este desafío.
– Hacer Carmen juntos, como protagonistas, debe ser fuerte para ustedes…
– Sí, estoy muy contenta con esta oportunidad. Y como pareja la disfrutamos mucho. Antes del estreno tratamos de prepararnos, porque un poco era como decían nuestras hijas "No quiero ver esa obra porque a vos te mata papá". Imaginate, dos niñas de 5 y 7 años que no quieren ver Carmen por eso, uno también tiene que elaborar todo este drama, la traición y muerte. Les dijimos que estamos jugando, como cuando ellas juegan a que son maestras…
– ¿Les gusta la danza?
– Sí, habían comenzado a bailar en nuestro estudio, pero como estuvieron todo el verano con la gira, después con el colegio y los ensayos con nosotros, pobres, este año no quisieron arrancar todavía. Igual bailan todo el día. A Azul le gusta mucho y tiene potencial; Zoe es más roquera, es más teatro…
– ¿Te gustaría que sigan la carrera?
– No sé… a veces como mamá no, pero por otro momento mío, por los comienzos, que fueron bastante difíciles. Después pienso que en todas las carreras hay momentos en los que uno se siente frustrado, y luego se vuelve a levantar… No sé, mientras hagan algo donde puedan poner el alma, está bien…
– La semilla está…
– Sí, imaginate que de chiquitas ya conocen las músicas, los repertorios, han ido a óperas, para ellas todo esto es familiar. Después te da risa porque van a un espectáculo para chicos y se dan cuenta si hay errores de puesta en escena o cosas así… Tienen un ojo y un oído más agudo.
– ¿Te costó dar ese paso de mamá y "mujer de", al protagónico?
– No, Maxi es muy generoso. A esta altura de su carrera, él ya hizo todo, tiene un montón de premios, es ciudadano ilustre de un montón de lados… Maxi disfruta mucho el aplauso que me dan a mí y al Ballet. Cuando sale una nota sobre mi interpretación en un diario, viene y me la muestra… Está como que sus pollos salieron adelante y todo lo que él invirtió en nosotros está dando sus frutos, y eso lo hace muy feliz. Cuando me piden notas incluso, le pregunto "¿Estás seguro?", y él me dice "¡Sí, aprovechá!". Está orgulloso de toda esta situación, y me dice "Pato, hacete cargo".
– ¿Y te hacés cargo?
– Sí, igual no hay que estar muy consciente para estas cosas, porque sino…. No es fácil salir de un teatro y que me pidan autógrafos a mí… es fuerte, me sorprendo, pero agradezco a Dios la posibilidad y también lo disfruto.
– ¿Alguna vez te sentiste bajo la sombra de Maxi?
– Nunca, porque nunca fue mi sueño ser primera bailarina o tener un protagónico. Nunca busqué un lugar para figurar. Lo mío siempre fue bailar, hacerlo lo mejor posible y disfrutarlo. Esto me ocurrió, vino a mi encuentro. Que Maxi sea la estrella me encanta, así lo conocí, así estamos juntos y es lo natural. Lo raro es lo otro.
– ¿El amor también es algo que te pasó? ¡Mirá que con Guerra…!
– Sí (risas). Antes decía "nunca voy a estar con un bailarín, jamás". Después mis amigas me decían "¡Ahora estás con uno, y mirá con cuál!". Maxi rompe el molde del típico bailarín, debe ser por eso… En casa es raro que hablemos de danza, es muy relajado, incluso no le gusta ir a ver ballet. A veces yo quiero ir a ver algo y él dice que no, que le aburre (risas). Le gusta el fútbol, hacer asados, es un papá muy cariñoso con Azul, Zoe y Micaela (hija del primer matrimonio de Guerra). Creo que por eso me pude conectar con él.
– Cuando se besaron en aquella función ¿Imaginaste que iba a pasar todo lo que pasó? ¿O que eras una conquista más?
– Cuando conocí a Maxi fue una relación bailarina-director. Después cuando me empezaron a pasar cosas, intuí que iba a ser algo para siempre. Encontré en él a un hombre con valores, con principios, con un gran corazón, que disfruta cada momento, que quería tener una familia…
– Estuvieron bastante tiempo sin "blanquear"…
– Fue más que nada por respeto a Micaela, que era chiquita, y a su ex mujer… no era oportuno decirlo de forma mediática porque tampoco era necesario. La gente que estaba cerca nuestro lo sabía y era suficiente. Todo iba a llegar, y llegó.
– ¿Hoy cómo lo ves? ¿Como el gran bailarín y maestro o como el amor de tu vida?
– A nivel artístico, me sigue sorprendiendo su talento, me sigue emocionando cuando baila, me encanta cómo camina el escenario, que es muy difícil. Me gusta cómo atrapa al público. Nada de eso cambió, al contrario; sigo aprendiendo de él, porque sabe mucho y tiene un don especial. Y a nivel personal, la pareja sigue creciendo y tratando de solucionar situaciones que nos pasan a todos, pero juntos. – Cuesta separar…
– Yo siempre me ocupé de mantener mi lugar. Cuando él habla o tiene que dar algún reto al Ballet, donde también estoy, porque soy parte del Ballet del Mercosur, acepto y escucho, él está adelante y yo con la compañía…
– No te ponés en lugar de primera dama…
– No hubiésemos podido trabajar ni tampoco podría ser colega con los chicos. Más que todo Maxi trata de traerme a veces a un lugar especial, con un trato un poquito diferente, pero yo siempre tiro para que sea todo igual; soy una más del Ballet…
– El "mi amor" queda para camarines…
– Y ni eso a veces, porque aunque compartimos camarín, con una obra como Carmen, con tanto dramatismo, imaginate que nos lleva un tiempo bajar y salir del personaje…
– Lo bueno es que si están enojados sirve de catarsis…
– Sí, también (risas).

