Cinco años pasaron desde que Martín Ferres tocó por última vez su bandoneón en San Juan. Ex alumno de Rodolfo Mederos y hace ocho años, uno de los aceitados engranajes de Bajofondo Tango Club -la respetada banda rioplatense creada y liderada por Gustavo Santaolalla- se presentará el próximo viernes en Hugo, con el combo de su compañero Luciano Supervielle, otro "Santaolalla’s boy".

"La vez pasada también fuimos con Luciano, que ahora va a presentar su disco… Igual los tengo intimados a los muchachos a que vayamos con Bajofondo, con toda la banda. Ya se dará en algún momento, es una cuestión de tiempos nomás…", promete el talentoso artista que -en las ligas mayores, radicado en Buenos Aires y viajando por el mundo- no olvida sus raíces.

"¡Todo lo contrario! Yo adoro San Juan, me encanta… Por ahí para desarrollar tu actividad, como pasa en todas partes del mundo, tenés que irte a una capital que tenga una salida al exterior, pero soy sanjuanino", repite orondo y con la misma calidez y sencillez con la que hace tiempo tomó su bolsito para ir en busca de su sueño.

– ¿Qué sentís que te quedó de San Juan que influye en tu creación o que le imprimís a tu música?

– Los tiempos. La manera en que se manejan los tiempos en la provincia que son muy distintos, por ejemplo, de Buenos Aires. La banda está integrada también por uruguayos y ese es también un punto de conexión muy fuerte con ellos, porque son como más parecidos. Es como otra actitud, y a mí me encanta conservar eso, me dan como mi identidad incluso en lo que compongo…

– ¿Es difícil conservarlo metido en una maquinaria como Bajofondo y viajando por el mundo?

– Sí, se complica, sobre todo en Buenos Aires, pero yo tengo acá mi propio mundo, como que no vivo a ese ritmo. Después sí tenemos nuestros viajes y giras, y quizás esa es la suerte, que podemos tocar mucho afuera, entonces también se maneja de otra manera.

– Parado donde estás, ya desde hace varios años ¿Qué ves para atrás?

– Veo un camino hecho con mucho esfuerzo pero sin sufrimiento. Yo me vine a Buenos Aires hace una década y la verdad es que me la tuve que rebuscar, pero siempre feliz, porque sentía que había hecho ese camino porque quería tocar…. A mí me gusta tocar, estar en el escenario…

– ¿Y al futuro lo ves en Buenos Aires, en el exterior, o ves a Don Ferres enseñando bandoneón en su provincia?

– ¡Me gusta esa imagen también ¿eh?! (risas) No sé, no tengo idea, uno también deja que lo lleve la vida y se va sorprendiendo… Yo nunca imaginé que iba a estar en el lugar que estoy, nunca pensé que iba a estar en los lugares donde estuve… El año pasado, por ejemplo, estuvimos tres veces en China… La verdad es que me gusta irme entregando a lo que vaya pasando.

– O sea que salir de Bajofondo, ni ahí…

– No, para nada, somos un grupo de amigos viajando por el mundo, cada uno aportando lo que puede aportar desde su lugar. La manera en que trabajamos es muy abierta, cada uno hace su parte dentro de esa selección que es Bajofondo. No es que tocás con un cantautor que no te gusta y te vas de gira, pero no te llena…

– Algo que se ve bastante en las bandas de rock, por ejemplo, donde muchos músicos no encuentran un lugar propio y terminan abriéndose…

– Exacto. Lo que tiene Bajofondo es que es todo lo contrario, hemos entendido esa retroalimentación…

– ¿Es una línea Santaolalla?

– Gustavo nos ha enseñado muchísimo, porque tiene conceptos increíbles, porque ha vivido mucho, porque tiene la experiencia, y funciona así sin necesidad de imponer nada. En Bajofondo somos todos Bajofondo y a todos nos encanta eso, incluso a Gustavo, porque le significa volver a tocar con una banda y compartir escenarios y giras y está muy feliz de haber recuperado eso.

– Y además de lo artístico en sí ¿Qué otras cosas te gustan de ser un Bajofondo?

– Lo humano es un punto importante, la relación que tenemos, que más que de amistad es de familia. Somos más hermanos que amigos, por compartir tanto tiempo, situaciones bajo presión, conocemos nuestras diferencias… es una relación mucho más profunda y que nos permite mucha conexión incluso en el escenario, imaginate que son ocho años…

– Vos hablaste de selección, otros le dicen Dream Team o jugar en primera… Es un cartel fuerte ¿Te halaga llevarlo?

– Sí, por el respeto que genera. La gente nos respeta mucho como músicos y eso está buenísimo…

– ¿Y la fama?

– Para tener fama uno tiene que estar predispuesto a tenerla, y creo que no es nuestro caso. Lo bueno es que si bien Bajofondo es famoso, la gente no sabe quiénes son Bajofondo, y eso también está buenísimo…

– Te permite ir al supermercado, por ejemplo…

– ¡Claro! (risas) Te conocen en el ambiente, que son tus pares, pero nada más, y es lindo eso. Y si la fama llega a través de tocar el bandoneón en una banda que me encanta, está perfecto, no creo que sea una fama turbia (risas)…

– No te vamos a ver en el Bailando haciendo reggaetón…

– No (risas), tocando en todo caso…

– Y a nivel personal ¿por dónde andan tus proyectos?

– Sigo haciendo música para danza, adoro eso, sigo trabajando con unos coreógrafos; y también componiendo, con la idea de sacar un disco, pero en el mejor momento que sea.

– No te desespera…

– No, para esa necesidad discográfica está Bajofondo, donde trabajamos con las mejores personas de la industria. A nivel personal me gustan más crear para una obra de danza o de teatro. Hoy me tira más eso que trabajar para hacer un disco. Igual las composiciones están ahí…

– Pero cada vez más lejos del "Lastima bandoneón, mi corazón…"

– (Risas) ¡Me encanta eso también! A mí el bandoneón me atrapó por eso, pero me gusta generar espacios, explorar y hacer que el bandoneón sea parte de otras músicas también; ampliar el espectro del instrumento, que fue mi proyecto desde el principio. El tango es lo máximo que existe, pero está bueno que el instrumento tenga ese otro vuelo…

– A los ortodoxos no les hace mucha gracia…

– (Risas) Mirá, lo increíble del legado de Piazzolla es que los jóvenes se acercan más al tango por eso que por Reloj de cobre, o Florentino y Pugliese; y después sí van a buscar más atrás. Creo que ya pasó esa discusión… Esa gente es como la AFA del tango… pero quedan pocos.