San Pablo tuvo varios discípulos y entre ellos figuran Timoteo y Tito. Podría aplicarle musicalmente a Tito Oliva lo que le escribía a Timoteo (I¦ Tim. 3:14): ‘persevera en lo que aprendiste teniendo presente de quiénes lo aprendiste, que desde niño conoces’ (II¦ Tim. 1:5). ‘Que arraigó en tu abuela y en tu madre y que ha arraigado en ti’. Leo que el ‘Tito’ sanjuanino heredó talento artístico ‘materno de su madre, tías y abuela’ y aunque fue algo más tarde que estudió piano hasta recibirse y ser intérprete y compositor, en su infancia ‘mamó’ su gusto musical. Para Jorge D’Urbano el arte de la improvisación como práctica cotidiana se fue extinguiendo con el contrapunto pero en el orden popular vuelve a aparecer pero es en el Jazz donde el arte de la improvisación se trasforma casi en su esencia sin quitar por supuesto la necesaria capacidad y calidad profesional de sus músicos. Este viernes recibimos una muestra cabal de esta doble realidad. Apenas aparecieron en la escena comenzó Tito Oliva al teclado para ser enseguida acompañado o secundado por Miguel Domeneghini en la batería y Diego Vega al contrabajo. Pareciera que para el Jazz el contrabajo solo usara el ‘pizzicato’ pero en un momento hubo un sonido casi ‘espacial’, se estaba usando el arco! Como no se nos introdujo, deduzco que esa improvisación inicial -con partitura escrita- era (1) un ‘Airecito’. Y lo siguiente (2) sería la Zamba del pañuelo. De nuevo el arco en el contrabajo confirmando que se trataba de una Zamba (de Leguizamón). Piano y batería producían el ritmo para los ‘pañuelos’. Del piano, Tito pasó a un teclado eléctrico y Alex Zuzuk a su violín ‘enchufado’. Como el programa decía: (3) ‘Andamios’ y luego (4) ‘Jazz Cordillerano’ traté de imaginarme cómo se refería la música a esos títulos. En todo caso la melodía del piano eléctrico era 100% jazz, dando pie al violín. Eran ‘Andamios’ sobre un ‘Saloon’ del Far West? La música ‘no explicada’ puede dar rienda suelta a la imaginación; yo transcribo la mía y cada oyente podría compartir la propia. Después de todo Domenighini me comentaba que todo era un ‘juego’ ¡A divertirse entonces! Ahora Tito se ‘sacó el saco’ pero esto no es un título. Seguiría el ‘Jazz Cordillerano’. Si fuera un concierto clásico tendríamos ahora una ‘Cadenza’ del violín durante la cual los otros instrumentos callan. Pero en este caso desaparecen para que Alex interprete literalmente un (5) ‘Violín solo’. Es un tema propio pero donde ‘se escucha’ a Bach, a Ysaye, al ‘corazón’ de Zuzuk. Al volver Tito nos introduce a Marcelo Laspiur en bajo. El tema (6) ‘Cruzando el semáforo en rojo’ -¡algo nada raro en San Juan!- me tenía intrigado. El ritmo del violín y del piano sugerían vehículos veloces, los golpes de la batería de Miguel algunos choques, los platillos alguna ventanillas rotas? Pero aparentemente, por el amable piano no hubo accidentes. La segunda parte comenzó con música de ‘Contrastes’: un baterista ‘Calvo’ (Santiago Molina) y un bajista ‘de abundante cabellera’ (Laspiur). (7) ‘Milonga Andina’ era como un suave ‘arrabal’ porteño en los Andes. Y sigue con ritmo más veloz una (8) ‘Milonguita casera’con algunos cambios de compás, que junto a un ritmo constante son distintivos de su autor, retomando otra vez un ritmo más ‘jazzístico’ para volver al ‘arrabal’. Reaparece Alex y ahora es un Cuarteto. Tito dedica el (9) ‘Sol de Otoño’ (propio para abril) a su papá, presente en la sala. Inicio del violín, la melodía es hermosa ¿hojas que caen de los árboles? En todo caso el tema es suave y no requiere golpes fuertes de percusión; al contrario hay un momento de percusión y bajo en ‘dúo’. Vuelve la melodía del violín y piano como un segundo tema final. Y ahora se retira el ‘dúo contrastante’ -capilarmente hablando- y regresan Miguel y Diego. Vuelven con mucha energía los tambores y el contrabajo en pizzicato. Es un (10) ‘Cybertango’ que se manifiesta más claramente como tal hacia el final. Quinteto final: la (11) ‘ Fiesta de la luna nueva’ permite que un instrumento le pase al otro la melodía que sería en idioma clásico un ‘allegro molto’. Pero aparece un verdadero ‘duelo de baterías’ ante atenta mirada de los tres compañeros hasta que los cinco juntos terminan el tema y el recital. Empero, sin hacerse rogar ofrecen un segundo ‘Duelo de baterías’ con golpes que se responden entre sí. Nunca imaginé que la percusión pudiera ser tan graciosa; ¿Una ‘cadencia’ de percusión? Los aplausos finales manifestaban el ‘efecto’ y vuelta a la melodía final.