En la 30ma Fiesta Nacional, que organiza el Instituto Nacional del Teatro y arranca el viernes en Salta, se otorgarán distinciones a la trayectoria de creativos de todas las regiones, y por Cuyo se reconocerá a una sanjuanina: la actriz, docente y directora Rosita Yunes.
"Es reconfortable recibirlo. A esta altura, sirve para comprobarme que fui capaz de luchar por lo que, en la teoría y en la práctica, asumo como vida", se refiere la hacedora a este anuncio, que la tomó de sorpresa.
Rosa comenzó a transitar este camino desde niña y hoy, con casi 4 décadas de carrera, continúa en la ruta como profesora de la cátedra Lenguajes Artísticos II del Dpto. de Arte Visuales de la UNSJ, hace 19 años; coordinadora del grupo jachallero A trote durante 4 años, con los talleres del Rectorado de la UNSJ, y la dirección de Sobretabla junto a su pareja y colega, Rubén González Mayo.
"¿Cómo veo la actividad hoy? Según mi visión, de la vieja camada no queda nadie, el último en irse fue Oscar Kummel. Quedamos nosotros, la generación del ’70 y ’80", agudizó la artista, quien tiene como objetivo dejar una huella de lo que "no debe considerarse para despuntar un vicio, sino como laburo. En San Juan, la mística se perdió".
"Hay poco contenido y mucho envase. El teatro es considerado una moda. Hay un gran narcisismo e individualismo, por eso perecen los grupos. Hoy, la Teatrina es una carnicería. Añoro esa pasión con la que trabajábamos antes", consideró con nostalgia por los tiempos de esplendor de esta disciplina, cuando giró por el país de la mano de Kummel y su máxima creación: Argimón, en 1993.
"Tiene que haber sensibilidad y conciencia social, se tiene que haber pasado por la nostalgia, las carencias, el dolor y las ausencias; sino, como les digo a mis alumnos en tono de broma, más vale que se compren medio kilo de cada cosa"; subrayó Rosa (también madre de Laura, que se desempeña como vestuarista, escenógrafa y actriz; y Carla).
En relación a los trabajadores del arte, para ella, es "una obligación ofrecer una visión del mundo, o al menos, dar las herramientas para volar más alto, ser más sensible y humano".
En la actualidad, para la teatrera, existen "dos corrientes, una de intelectualoides, hermética o de probeta; y otra faciloide, con gente enviada por psiquiatras, que necesita definirse o que cree que esto es joda o está aburrida o quiere que la vean", por eso "se alejó el público y es difícil la federalización que queremos", pero "tengo la esperanza de que una semilla va a quedar".
Pasión que inició jugando
En sus aventuras, era ella la que sacaba las cortinas de la abuela para que sirvieran de telón, cuando actuaba con su hermana Inés y su hermano, el conductor radial Luis Yunes, leía la publicidad de la revista Billiken, utilizando un micrófono de lata. Así, empezaba una vocación que descubrió en las antiguas Estudiantinas, guiada por su profesora de Literatura Amira Cano en el Colegio La Inmaculada. "De pronto, me encontré en un escenario, haciendo La Barca sin Pescador", son las imágenes de la infancia de esta Trabajadora Social que fue actriz de las compañías del escritor Pepe Campus y Carmen Renard, hasta que llegó al elenco Nuestro Nuevo Teatro de Oscar Kummel.
Su vocación aumentó, durante la dictadura militar, perseguida por su lucha por el advenimiento de la democracia, desde su puesto en el Ministerio de Bienestar Social, de donde "me echaron por el decreto 003 Bis".
"Siempre amalgamé el arte y el trabajo social. Nunca concebí el teatro para ser estrella, en estos casi 40 años", reflexionó conmovida por el galardón.

