El popular humorista Carlos Sánchez regresa una vez más a San Juan con su espectáculo unipersonal de cuentos, monólogos y varias intervenciones musicales, interpretando canciones de ayer, hoy y siempre. Habrá dos shows: uno esta noche en Rawson y mañana en el Casino del Bono Park. Fiel a su estilo, Sánchez dará su dosis justa de comicidad como lo viene haciendo hace 43 años de trayectoria. Previo a su presentación, dialogó con DIARIO DE CUYO sobre su actual estado de salud, su lucha contra el cáncer y su presente profesional.

– ¿Qué hechos sobresalientes hay en su carrera que atesora con cariño?

– Empecé como cantante, pero siempre fui un payaso en el colegio y con mis amigos. Después de mucho tiempo volví a darle más bola a la canción. Así en el Cantando 2012, mucha gente descubrió que yo cantaba también. Pero la actuación cómica, la de ser payaso es maravilloso. Quiero que se rían de mí. El payaso soy yo. Lo que más disfruté fue trabajar con Susana Giménez durante cinco temporadas y Café Fashion. A doce años de aquel suceso, la gente me sigue preguntando cuándo vuelve ese ciclo. Café Fashion marcó todo un hito en la historia de los programas humorísticos de la televisión argentina.

– ¿Qué haría falta para que regresara a la televisión?

– Que un productor tome la iniciativa de hacer un programa de humor. La televisión cambió muchísimo. El único programa de humor que existe es Peligro Sin Codificar, pero tiene un humor que lo ven los jóvenes y los chicos. Nadie se anima a poner un formato como el de Café Fashion.

– ¿Por qué la televisión le da la espalda a nuevas propuestas humorísticas?

– Me resulta algo inexplicable. Grabé tres pilotos de nuevos ciclos humorísticos que prometían mucho, pero quedaron cajoneados en la nada. Showmatch viene haciendo lo mismo hace décadas, pero la gente lo sigue viendo. La vez pasada lo charlaba con Daniel Dátola (guionista de Poné a Francella), tuvimos varias reuniones con el canal, todo estaba OK y a la hora de arrancar, no pasó más nada. Falta alguien que ponga la plata y se la juegue por algo. Hoy, los contratos de TV se firman por tres meses. Si va bien la cosa, lo renuevan por tres meses más. En verdad nunca se sabe qué puede pasar.

– Varios medios trataron tu estado de salud como algo crítico.

– Estoy bárbaro. Pasó que en el programa de Leo Rosenwasser hablé de mi problema en el sentido de cómo lo enfrento y la pelea que estoy dando. Después de eso, muchos salieron a decir que yo estaba en Terapia Intensiva muriéndome. Infobae puso que estaba internado en el Hospital Otamendi, ni siquiera sé dónde queda ese hospital. Dijeron que tenía un cáncer terminal y en ningún momento me diagnosticó eso el médico. Así son los medios de comunicación en Argentina.

– Entonces, ¿qué pasó realmente?

– Hace cuatro años me sacaron un riñón por un tumor, era un carcinoma renal y por ende debía hacerme chequeos periódicamente. El primero lo hice a 8 meses, no tenía que hacerme quimioterapia, porque el tumor había estado encapsulado, entonces lo extirparon y en un acto de soberbia que tuve no le di más bola. Ahora que me fui atender por un problema de vesícula, me encuentran una pequeña metástasis en el páncreas, dentro de todo es combatible, es tratable. Pasa que la palabra cáncer y metástasis causa terror a la gente. No estoy moribundo.

– ¿Cómo avanza el tratamiento?

– El tratamiento es oral, no hay quimio. Tomo 28 pastillas oncológicas, una por día. Están en el mercado desde el 2006. Es menos invasivo y ataca directamente a las células cancerígenas, las detiene primero para que no se reproduzcan y las destruye. Tengo 14 días de descanso y luego retomo otros 28 días más. No tengo dietas o cuidados especiales. Aunque acabo de cumplir 62 y esté bien físicamente, pero no me arriesgó a jugar al básquet (bromeaba).

– ¿Qué sentiste sobre lo que sucedió con Robin Williams?

– Me llenó de mucho dolor. Para mí era un tipo, lo mejor de Hollywood, lo admiré muchísimo y es uno de los más grandes entre Al Pacino, Robert De Niro, Jack Nickolson, que son ejemplo para los que estamos en este oficio. Un tipo que me hacía reír y me hacía llorar a la vez con la misma intensidad. Una pena profunda. Fue sorpresivo nadie sabía lo que le pasaba. Pero de la decisión que tomó jamás, pero jamás se podrá entender. Lo digo por experiencia propia. Mi primera esposa se quitó la vida y nunca sabré por qué lo hizo. Ni con psicólogo o psiquiatra tendré una explicación.

– ¿Cómo está hoy el humorista argentino?

– Depende del humor que se haga, por ahí no es el momento oportuno de hacer humor político. La gente anda muy sensible a las cosas que pasan. La situación no está para tirar manteca al techo, se puede hacer humor con la realidad, hay de todo, pero hay que saber no joder, ni molestar a nadie, ni dar golpes bajos.