"Extiendo mi agradecimiento a la presidenta Cristina Fernández por la oportuna intervención que frenó el intento de veto. Ojalá esta toma de posición en favor de la libre expresión se contagie a todos los mandatarios y guíe su conducta de gobernante", indicó ayer a la tarde Mario Vargas Llosa (ver aparte), quien -tras ser declarado huésped de honor de la Ciudad de Buenos Aires- arrancó su discurso con un ensayo titulado "La libertad y los libros" para inaugurar la 37ma. edición de la Feria del Libro porteña, en una colmada sala Jorge Luis Borges.
A pesar de la polémica que antecedió la presentación del Premio Nobel, todo transcurrió en orden; sin los disturbios que se preveían luego de la controversia abierta el mes pasado -cuando intelectuales
cercanos al gobierno de Cristina Fernández pidieron que el peruano, que ha criticado la gestión de la mandataria, no participara en la feria, uno de los que inició la discusión fue el director de la Biblioteca Nacional argentina, Horacio González-.
Fue tal la armonía que reinó entre las más de 1.500 personas que se dieron cita en La Rural, que hasta la titular de Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini -que estuvo al mismo tiempo en la feria-, se limitó a comunicar a los medios que le entregó un petitorio para que, como referente de la libertad de expresión acompañe la solicitud a Cablevisión para que permita transmitir el canal CN23, según indica la ley de medios, pero sin ningún otro comentario.
La Feria del Libro explotó en el día de Chile, Sudáfrica y Tucumán; miles de personas se concentraron en la inmediaciones del Palacio Frers. Desde las 16 comenzó a formarse una larga fila de gente que ingresó por el acceso principal de la feria -en Plaza Italia- y, a pesar que muchos asistieron con invitación de la Fundación El Libro y había un cupo establecido para público general en el salón con capacidad para 800 personas sentadas, por lo menos 700 quedaron afuera, 250 se reubicaron en la sala Julio Cortázar del pabellón Ocre y el resto siguió el discurso del autor desde una pantalla gigante.
Sólo un grupo de jóvenes del Partido Liberal Libertario que le dio la bienvenida a Vargas Llosa con una pancarta, expresó con sus carteles "menos Estado, más libertad" y uno de sus exponentes intercambió comentarios -pacíficamente- con el notero de 6, 7, 8; el programa que emite Canal 7, acerca del intento de frenar la presencia del peruano en la feria.
También, otro contingente aglomerado en el ingreso del predio repartió unos volantes que destacaban dichos de Vargas Llosa escritor en relación al país y a los argentinos: "han querido ser pobres, han querido vivir bajo dictaduras, han querido vivir el mercantilismo más espantoso"; "los argentinos han querido seguir a caudillos de pacotilla desquiciados por su mismo odio a todo lo que sea diferente a su locura", decía el texto, que explicaba que quienes pensaron que el escritor no era la persona indicada para inaugurar la exposición, no se basaron en un estado de censura, sino en las expresiones ofensivas y provocativas del literato.
No obstante lo anterior; los ánimos nunca se alborotaron, aunque hubo seguridad de refuerzo y personal antiescrache en La Rural. Puntualmente, a las 18.30, el autor de "Conversación en la catedral" comenzó con su charla, luego de ser presentado como el autor de "lúcidos y provocativos artículos periodísticos y punzantes novelas", y se refirió directamente al incidente que intentó frustrar su conferencia deslizando elegantemente: "agradezco a los organizadores haber resistido las presiones de adversarios de mis ideas políticas para desinvitarme".
Vargas Llosa mantuvo luego un extenso diálogo público con el periodista y escritor argentino Jorge Fernández Díaz en el que habló de su más reciente novela, El sueño del celta (2010), sus obras anteriores, su rutina creativa, sus ideas políticas "liberales" y la "presión" que siente tras recibir el Nobel. (Fte: Efe)

