Atemporal y sostenida a lo largo de generaciones, hay una pregunta que a todos, cuando niños, le hicieron alguna vez: ¿Y vos qué querés ser cuando seas grande? Y un mundo de fantasías se abría en aquellas cabecitas soñadoras, pobladas de doctores, policías, maestras, pilotos, almaceneros, cantantes ¡y hasta presidentes! Nadie escapó al interrogante de algún mayor curioso que quizás veía en esa criatura algún don para algo en particular. El tiempo quizás confirmó aquella temprana respuesta, o bien los caminos de la vocación tomaron otros rumbos. Como sea, y de cara al Día del Trabajador que se celebra mañana, un puñado de artistas locales consolidados en lo suyo recuerdan de qué querían trabajar cuando eran apenas unos "mocosos".
Elmer Meza – Músico y docente
Cuando era un niño soñaba con ser bombero. ¡Yo admiraba esa labor tan heroica con la que ellos podían ayudar a tanta gente y hasta salvar vidas! Y me asombraba que esos héroes utilizaran armas, ¡sino agua!, eso tenía un valor aún mucho más admirable para mí. Y finalmente puedo decir que alcancé ese sueño. Al graduarme de la escuela Nacional de Música, entré como trompetista a la Big Band del Benemérito Cuerpo de Bomberos de Tegucigalpa, en Honduras. Así que durante un año, fui bombero. Además, aquel fue mi primer trabajo formal como músico. Hoy espero que mi música ayude o colabore aunque sea un poquito para hacer mejor este mundo en el que vivimos, ese es hoy mi gran sueño.
María Elina Mayorga – Directora coral
Tuve una infancia muy feliz y recuerdo que desde niña tenía una fuerte vocación que era la docencia. Con frecuencia reunía a mis amigos en el garaje de mi casa, donde había una pared pintada de negro a modo de pizarra y jugábamos a la escuela. Yo era la "maestra" y abordábamos ejercicios de matemáticas y de lengua. Mi madre era profesora de matemáticas y física; trabajaba mucho y era una profesora exigente que gozaba (y aún hoy) de gran respeto entre colegas y alumnos. Supongo que de manera inconsciente, yo admiraba su fortaleza y modelo de responsabilidad. Esto lo puedo decir hoy, con una mirada adulta, pero no es casual que aquellos juegos a ser "la maestra" fueran algo que formaba parte de mi vida.
Gerardo Lecich (h) – Bailarín e instructor de tango
Tuve una infancia muy divertida, jugaba con amigos al fútbol y muchos años los pasé vinculado al deporte, pero me daba cuenta que lo que quería era otra cosa. Esa búsqueda se concretaba a medida que me acercaba más y más al tango, sin darme cuenta, en los viajes artísticos donde acompañaba a mis padres (Gerardo Lecich y Marian Abraham), los disfrutaba mucho, siempre fui un espectador y pensé que algún día me gustaría estar arriba del escenario. En el tango fui a una clase cuando era un niño y no volví hasta después de doce años, desde ahí empezó todo. Disfruto mucho lo que hago lo tomo con responsabilidad y profesionalismo. Estoy agradecido por todo lo que me brinda el tango, ¡no dejo de sorprenderme cada día!
Cuky Maestro – Bailarina y profesora de flamenco
Desde niña soñaba con ser arqueóloga o paleontóloga, me gustaban esas películas y series de exploradores. Admiraba mucho cómo descubrían los huesos en el suelo o cómo se daban cuenta la cantidad de años que tenían los arboles según los anillos del mismo. Paralelo a ese sueño siempre hice danza y otras actividades; y antes de cumplir 19 años, cursando el 2do año de la Licenciatura de Historia y ya habiendo cursado la materia de arqueología (que no fue lo que esperaba -risas-), me becaron para irme a Capital Federal para estudiar flamenco. En conclusión, de niño uno desea algo, pero de grande los sueños se modifican y uno elige el camino por tomar. Un camino que elegí siendo el flamenco mi trabajo y mi vida.
Coyi Aguiar – Actriz
De chica vivía en un barrio lleno de niños, me gustaba jugar a todo, pero algo que me apasionaba era ir al cine. Volvíamos e interpretábamos lo que habíamos visto, casi siempre yo era la/el protagonista, hacíamos las escenas que nos acordábamos y si había un beso, nos poníamos en la boca una gamuza de esas que se usan para limpiar los anteojos, ¡tan inocentes! ¡Muy gracioso! Siempre quise ser actriz, era algo lejano claramente, lo más cerca eran los actos del colegio, que salía en todos y me encantaba. De grande estudié teatro y hasta ahora no paro, el teatro me da vida, siento que me sana y tengo la suerte de poder dedicarme junto a mi otra profesión -tengo un spa- ¡soy una privilegiada que trabaja en todo lo que le gusta!
Pablo Montemurro – Narrador
De chico me encantaba ir al circo, era mágico. Las motos giraban en una esfera metálica, los equilibristas se jugaban la vida en una cuerda, los payasos te enseñaban la risa y los malabaristas lanzaban las pelotas al cielo hasta que cobraban vida. Un día le dije a mi mamá: Cuando sea grande quiero ser malabarista de circo. Podés ser lo que quieras, me dijo. Durante meses entrené con tres chicles que compré en el kiosco hasta que logré que se mantuvieran en el aire al mismo tiempo. Tuve mi gran estreno en un cumpleaños familiar. Fui ovacionado. Hoy sigo haciendo malabares, pero con palabras, lanzándolas al viento hasta que cobran vida en la imaginación de la gente y de una pequeña historia puedo hacer un gran circo.
Belén Ramet – Cantante
Sin duda todos desde niños hemos sentido un llamado a jugar algún juego que de grandes, se volvió algo sagrado, se convirtió en aquello de dio sentido a estar vivos. Desde niña siempre rodeada de música y arte, en casa de mis abuelos encontraba siempre la libertad para jugar a ser cantante, o pintora, o conductora de radio. Pasaba tardes enteras memorizando canciones, piezas de ópera, grabando secretamente, para después, sin que nadie me viera, jugar a cantar y actuar ese personaje de aquel musical que me había deslumbrado (desde Mary Poppins, hasta Arias de María Callas y mil musicales más). Hoy puedo decir que aquella niña cumplió su sueño y la música y el canto son un espacio sagrado de trabajo y felicidad.
Gabriel Méndez – Estilista y artista drag
¡De niño jugaba a ser todos los días alguien diferente! Un día me imaginaba siendo un geólogo, otro día un ejecutivo, otro día me convertía en un médico… Era un niño muy soñador y me gustaba mucho verme de distintas maneras. Pero indirectamente siempre hay algo que me apasionó: el estilismo. Desde pequeño peinaba a mis hermanas (hoy lo recuerdo con una sonrisa) y eso es algo que de grande se convirtió en mi oficio. Actualmente tengo la suerte de dedicarme a esto que también me permite desarrollar mi parte artística, creando y diseñando diferentes estilos y tendencias para mis clientas. Y también el arte drag, al que me dedico, tiene un poco que ver con aquel niño, porque me permite soñar y ser alguien distinto cada día.