Había quedado hecho percha. Y de eso se hablaba hacia fines de 2016 cuando Alejandro Fantino y Myriam Lanzoni pusieron punto final a su matrimonio de 10 años. No hubo terceros en discordia, fue de mutuo acuerdo y en muy buenos términos, tal como ambos se encargaron de mostrar hace poco tiempo, cuando ella fue invitada -junto al elenco teatral con el que trabaja- al programa del conductor. Todo lo que quieran, pero el hombre tenía el corazón más arrugado que papel crepé después que ella dijo que necesitaba poner un punto; porque fue la actriz quien contó que “tenía una necesidad inmensa de estar sola”. Él la trató de remar, pero… Cuatro meses después ella presentó novio, un empresario de 35 años (dos menos que ella). Él habrá tenido alguna cosilla por ahí, pero nada oficial, hasta que… ¡Pará, pará, pará!… apareció ella. Coni Mosqueria se llama la joven modelo oriunda de Bahía Blanca, otra chica Dotto a la que conoció en un boliche y que emparchó el corazón con agujeritos de Fantino. El mes pasado, el “gringo” de 46 años blanqueó romance y hace unos días ratificó que está muy feliz.
“Me gusta como mujer y es hermosa en su forma de ser. La paso bien con ella y va más allá del físico y la edad”, abrió el paraguas el experimentado conductor. “Tiene que ver con cómo te sentís con alguien y ella me hace sentir muy bien, y yo a ella también” agregó más contento que perro con dos colas con su flamante chica de 24 años (sí, 22 menos que él, ni saque cuentas).
Un capo para algunos, medio verdolanga para otros, la verdad es que aunque trató, no pudo evitar que muchos pusieran el ojo en lo nuevito del clavo con el que sacó al otro, como dice el popular refrán. ¿Zonzo yo? ¡Si hasta “la Gringa” se hizo eco de los cuchicheos: “Es lo que todos los tipos que se separan hacen. ¡El que no lo hace es porque no puede! Digo, porque no están tan espléndidos como él”, dijo… (¿su novio incluido?).