Humillada sistemáticamente por las burlas de sus compañeras y sin la contención de su madre, una fanática religiosa que piensa que la niña es fruto del pecado; la muchacha se enfoca en quienes la atacan y haciendo uso de sus poderes mentales -que descubre en un momento de furia- comienza a vengarse. La joven en cuestión es Carrie, personaje magistralmente creado por Stephen King, que se hizo popular en los 70, cuando Brian De Palma lo llevó al cine, donde se convirtió en furor; y más tarde en un clásico del cine de horror y suspenso. Tanto así, que es considerada por los sitios especializados como una de las películas más vistas en fechas como Halloween (que se celebra a finales de este mes). Con esos antecedentes, esta terrible criatura vuelve a la pantalla grande, aunque ya no protagonizada por Sissy Spacek, quien la encarnó hace casi cuatro décadas. Chloë Grace Moretz es la estrella de esta remake, que hoy tendrá su estreno mundial en Estados Unidos, con Julianne Moore, como la atormentada madre.
Aggiornada, el tan actual tema del bullying -que, aunque sin ese nombre, estuvo planteado ya en la cinta original- es donde pone el acento la directora, Kimberly Peirce (Boys don’t cry). Sin embargo, tal como reveló la misma "Carrie’, la remake (que sucede a una secuela que se hizo para TV, La ira), es aún más oscura y psicológica. Como dato curioso vale mencionar que la campaña de promoción fue casi tan espeluznante como los trailers que adobaron la espera. Es que no se les ocurrió mejor idea que hacer un montaje en bares de Estados Unidos y espantar a los ocasionales clientes con una muchacha que en un momento se enfurece y hace volar mesas, sillas e incluso levanta a un hombre por la pared. ¿Qué lograron? Varias taquicardias y medio mundo hablando de ello. Sí, Carrie está de vuelta.

