Tenía que pasar. No por nada decenas de ignotos e ignotas con hambre de fama hacen cola para estar ahí, detrás de las barandas, esperando ese mágico segundo en que el nuevo Zar les ponga un ojo encima. Muchos no lo consiguen, pero ella sí. Florencia Fernández Barco tenía con qué. Una desconocida médica del servicio de emergencias contratado por Ideas, bonita y que encima supo devolver la pelota al primer pase. Marcelo Tinelli, el Rey Midas de la tele, la divisó entre la muchedumbre sedienta de cámara y la señaló con su dedo dorado. Y de las ambulancias y el estetoscopio hasta el picadero más exitoso de la pantalla chica, hubo un paso, el necesario para pasar delante de cámaras.
La cosa empezó con Don Navarrete, comodín de turno del pope, y un absurdo juego de seducción que sirvió para tantear el terreno. Estaba firme, así que no quedaba más que seguir. Marce la invitó a la pista a desfilar y la bella doctora de 30 años no defraudó. Con chaquetilla y todo, paseó silueta y entregó piquito. ¡A por más! A la par de la bailarina sueca, ella también se calzó el short y saltó a la canchita de fútbol-playa. Y con el rótulo pegado en la frente -"La doctora sexy"- empezó a disfrutar de la popularidad y los flashes. Tanto que hasta hizo su primera producción fotográfica para Ciudad.com, en la que dejó ver buena parte de esos atributos que la pusieron donde está. Fue allí cuando confesó que si la llaman para el Bailando "lo pensaría" (¿le alcanzará un minuto?) y que su propio Cristóbal Colón le parece "divino", "precioso como persona", "muy humano y sentimental" (otra más y van….).
Pero no sólo suspiros cosechó Flor, porque trascendió que al Dr. Labonia -capo médico de la empresa- no le hizo mucha gracia la actitud de su joven colega, que llegó a la factoría para trabajar bajo juramento hipocrático… ¡y no justamente para romper corazones! "Yo no lo haría, soy médico" lapidó él (que no tiene ese lomo, claro). Y entonces la Doc, se dice, decidió bajar un poco la pelota. Pero claro, después de conocer su lado B, los que solicitan su atención profesional no saben si es mejor el remedio que la enfermedad.
