Mañana, cuando se celebre el Día del tango, otro maestro estará festejándolo desde ese escenario que no tiene fin. Y desde allí entonará con su particular estilo esos tangazos que calaron hondo en más de un alma sensible, como la suya. Alberto Podestá -nombre artístico que le puso Carlos Di Sarli a Alejandro Washington Alé Podestá-, falleció a los 91 años ayer por la mañana, en un geriátrico de Capital Federal donde estaba internado desde marzo. Protagonista indiscutido de la época dorada del tango, sus restos serán inhumados hoy a las 10 en el Jardín de Paz, donde se encuentran los de su esposa Elsa Calimani, en ese Buenos Aires al que se fue siendo un pibe del interior cargado de sueños, y que lo despide con admiración y respeto.
Incansable, mantuvo su ritmo hasta el último momento. De hecho, no era extraño encontrarlo en algún circuito, destilando 2×4, contando historias y hasta enseñándole a las nuevas generaciones, aunque él decía que los únicos ‘maestros’ eran la calle y Gardel. Fue subido a ese tren del que jamás se bajó, que hace tres años, el 8 y 9 de diciembre de 2012, estuvo en la provincia, donde por segunda vez se le rindió un homenaje (el primero fue en 1993, por el Rotary Trinidad), en el marco del 1er Festival de Tango donde presentó el disco ‘Alta Gama’, que lanzó ese año junto al trío de guitarras Las bordonas. Con su don intacto, Podestá se metió al bolsillo a distintas generaciones que festejaron su presencia. Y a él también se lo vio feliz. Había regresado a su tierra, donde empezó a cantar cuando era un niño, en aquellas audiciones infantiles de LV5, cuando con 10 años apenas se ganó el apodo ‘El Gardelito’, por la pasión que le ponía a los tangos del Zorzal. Tierra que dejó con sólo 15 años, para probar suerte en Buenos Aires -alentado por Hugo del Carril, que lo había escuchado aquí-, donde empezó a hacer historia.
‘En San Juan yo trabajaba en todos lados, cantaba en orquestas, estaba en la radio, pero me junté unos pesos y con mi hermanos nos vinimos a Buenos Aires. Acá me dio una mano Hugo del Carril, Buono-Striano, así pude comenzar a trabajar con la orquesta de Miguel Caló. Y así comenzó mi carrera profesional’, le contó a DIARIO DE CUYO aquella vez, cuando confesó también que para él, el reconocimiento tardó en llegar.
‘Demoró mucho. Espero que Dios me ayude para poder sentirlo, resistirlo y disfrutarlo’, había dicho. Y afortunadamente fue así. ‘Que mi provincia, me haga este homenaje… Para mí es una cosa muy querida, que lo recibo con mucho nervio, coraje, amor y espero que todo vaya muy bien, porque para mí es una gran dicha’, se despidió de San Juan.

