El barón Johann Baptist Pasqualati, amante de la música y buen pianista, poseía una amplia casa de 4 pisos cuando en 1804, Beethoven, por mediación de su discípulo Ferdinand Ries -quien vivía en el último piso de ese edificio llamado ‘Pasqualati Haus’ y los conectó a ambos- pudo desde 1804 hasta 1815 alquilar allí, donde escribió muchas obras importantes. En 1814 compuso la ‘Elegischer Gesang’ op 118, una ‘Elegía’ para el 3¦ Aniversario de la muerte de Eleonora, segunda esposa de su anfitrión. Quizá no sea casualidad que la heroína de su ópera Fidelio, compuesta en esa residencia, lleve el nombre Leonore. Comienza con una suavísima introducción orquestal y sigue el coro más suavemente: ‘Sanft wie Du lebtest’ (Suave como has vivido) ‘hast Du vollendet’ (en alemán ‘Vollenden’ también es ‘completar’ o ‘perfeccionar’, por eso traduzco ‘has perfeccionado’). ‘Zu heilig fur den Schmerz’ (demasiado bendita para el sufrimiento). ‘Kein Augen weint ob des himmlischen Geistes heimkehr’ (Ningún ojo llora por el regreso a casa de un Espíritu celestial). Retoma el inicio y termina repitiendo: ‘Te has Perfeccionado’. Curioso que a quien fuera la esposa del propietario de su casa temporal (10 años) le celebre el regreso a su casa celestial.

Con un empujón anímico de su querido Robert Schumann, Johannes Brahms escribió su primer concierto para piano. El trabajo se inicia pocos días después del intento de suicidio de Schumann, que para algunos sugeriría el inicio tan tormentoso del ‘Maestoso’. Su carácter ‘sinfónico’ motivó a que algún crítico lo describiera como una ‘Sinfonía con piano obligato’. Si el modelo ‘clásico’ era el lugar preponderante del solista acompañado por la orquesta, aquí Brahms sorprendió con una continua integración de ambos y con una muy larga duración sobre todo de primer movimiento (la versión del viernes fue de 25 minutos). El Adagio pareciera ser todo lo calmo y suave que no fue el primero. De ritmo siempre igual, con algo de hímnico, como un Réquiem para Schumann fallecido en julio de 1856. Tiene dos cadencias. El Rondó final es un vigoroso tema húngaro. Es curioso que Brahms, cuyo romanticismo más demostrativo se expresa al principio, se fuera haciendo más ‘cuidadoso’ en obras posteriores; al revés de Ginastera cuyas obras más conocidas son las primeras.

Alberto Ginastera, mientras era estudiante, compuso su Op 1, el ballet ‘Panambí’ de serena belleza que pronto lo hizo conocido incluso fuera de su país. Se suele hablar de un primer período de ‘Nacionalismo objetivo’ en el que se evidencian los elementos folklóricos. ‘Panambí’ es un ejemplo clásico. Pocos años después recibe un encargo para un ballet ‘gauchesco’. Pero no consigue estrenarlo como ballet por lo cual hace una reducción en 4 movimientos; una Suite: ‘Danzas del ballet Estancia’ libremente basada en el Martín Fierro. Esta obra que lleva el número de opus 8 suele considerarse más cerca de su ‘nacionalismo subjetivo’ aunque sea opinable. La Suite tiene cuatro partes: (1) ‘Los trabajadores agrícolas’: empiezan rítmicamente su jornada laboral (2) Danza del trigo: Pizzicato de cuerdas graves y la flauta. (3) Los peones de la hacienda: son descriptos con ritmos intensos y abundante percusión. Creo que nunca he visto a gauchos tan intensos (4) Malambo: una competencia de baile entre gauchos. Es sin duda la parte más conocida de la abundante obra de Ginastera. En cambio su Salmo 150 lleva el opus 5 y data de 1938 (¡22 años!). Es el último himno del salterio bíblico, una alabanza a Dios de toda la creación, como si fuera una gran orquesta y un gigantesco coro; ‘todo cuanto respira’ alabe al Señor. El último verso dice en latín ‘Omnis spiritus’, es decir, ‘todos los espíritus’, pero el hebreo original pone ‘Kol Haneshamá’ o sea ‘todo lo que respira’. Como que musicalmente se va apagando las ‘respiraciones’; pero tras un aparente callarse, se inicia un Alleluia, un ‘Alaben al Señor’ que crece en intensidad y se repite una y otra vez. 100 años después de su nacimiento y bautismo Ginastera lo debe seguir repitiendo en el cielo.

Auditorio lleno, gran orquesta, coro numeroso de adultos y de niños. Bruno Gelber (foto) -es impactante notar desde cerca sus ‘cadencias’ de Brahms-. El joven y multipremiado marplatense, residente desde el 2009 en USA y los directores corales, Darío Marchese y María Isabel Sanz nos brindaron un sorprendente concierto.