Los choques en cadena están entre los incidentes viales más complejos que pueden ocurrir en una autopista, tanto desde el punto de vista técnico como legal. Este tipo de colisiones involucra a varios vehículos y puede derivar en un entramado de responsabilidades difícil de solucionar.
Determinar quién tiene la culpa en esta verdadera pesadilla que es todo choque en cadena en la autopista depende de múltiples factores, pero es conveniente estar al tanto de qué dicen las normativas vigentes en la Argentina y cómo prevenir estos accidentes.
Un choque en cadena ocurre cuando varios vehículos colisionan en secuencia, generalmente debido a una reacción en cadena iniciada por un primer impacto. Las autopistas, por su diseño y velocidad permitida, son escenarios propensos a este tipo de incidentes, especialmente en condiciones de baja visibilidad, como niebla o lluvia, o en momentos de alta densidad de tráfico.
En estos casos, los factores que contribuyen al accidente suelen ser múltiples: exceso de velocidad, falta de distancia de seguridad, maniobras imprudentes, desperfectos mecánicos o incluso condiciones climáticas adversas. Cada uno de estos elementos puede complicar la asignación de culpas.
Responsabilidad en un choque en cadena según las leyes argentinas
En Argentina, el Código Civil y Comercial establece que el conductor de un vehículo debe actuar con prudencia y cuidado, manteniendo siempre el control de su automóvil. Además, la Ley Nacional de Tránsito (Ley 24.449) exige respetar la distancia mínima entre vehículos para garantizar una frenada segura en caso de emergencia.
Cuando ocurre un choque en cadena, se evalúa cada impacto por separado. El criterio comúnmente utilizado es que cada conductor es responsable de los daños causados al vehículo que tiene delante. Esto implica que si un auto frena repentinamente y otro lo impacta desde atrás, el segundo suele ser considerado culpable por no mantener una distancia adecuada.
Es decir que el principio general aplicable es que el responsable de un choque en cadena es el que originó la primera colisión. Todos los demás impactos que se produzcan recaerán contra la compañía de seguros de este primer causante del choque que inició todo.
Sin embargo, hay excepciones. Si se demuestra que el conductor delantero realizó una maniobra negligente o que hubo un factor externo (como un desperfecto en la infraestructura vial), la responsabilidad puede repartirse o incluso recaer en otra parte.
Una pieza clave en la determinación de responsabilidades es el peritaje vial. Los peritos analizan huellas de frenado, daños en los vehículos, declaraciones de testigos y otros elementos para reconstruir la dinámica del accidente.
En muchos casos, las imágenes de cámaras de seguridad o de teléfonos celulares también juegan un rol importante. Por ejemplo, si un video muestra que el vehículo que inició la cadena circulaba a exceso de velocidad o hizo un cambio de carril sin señalizar, esto puede inclinar la balanza de las culpas.
En un choque en cadena, contar con un seguro adecuado es fundamental para resolver las disputas económicas derivadas de los daños. Las compañías aseguradoras suelen analizar los informes de los peritos y negociar acuerdos para indemnizar a los afectados.
Es importante destacar que, en algunos casos, las aseguradoras pueden rechazar cubrir los daños si el conductor no cumplió con las normativas, como circular sin seguro obligatorio o conducir en estado de ebriedad.
Más allá de las discusiones legales y técnicas, la prevención es la herramienta más efectiva para evitar choques en cadena. Algunas recomendaciones básicas incluyen:
- Mantener la distancia de seguridad.
- Evitar distracciones: No utilizar el teléfono celular ni realizar acciones que desvíen la atención mientras se conduce.
- Adaptar la velocidad: Respetar los límites establecidos y reducirla en caso de niebla, lluvia o congestión.
- Asegurarse de que los frenos, neumáticos y otros sistemas estén en buen estado.