Las milanesas son un clásico infaltable en la mesa de los argentinos. Muchos se preguntan cuál es la mejor forma de disfrutarlas: ¿al plato o en sándwich? ¿Acompañadas de papas fritas, puré o fideos con manteca? Las opciones son variadas, pero lo que sí es seguro es que esta preparación se ha convertido en un pilar fundamental de la gastronomía local.
No es raro encontrar un paquete de milanesas en el congelador de cualquier hogar argentino, listo para ser cocinado en cualquier momento. Ya sea para recibir a una visita inesperada o para resolver rápidamente una comida, esta delicia rebozada es la solución perfecta. Su versatilidad para ser acompañada con diversos platos la convierte en una opción práctica y deliciosa para cualquier ocasión.
Hoy, Argentina celebra el Día Nacional de la Milanesa, una festividad creada por los propios fanáticos de este plato emblemático. A diferencia de otras fechas conmemorativas institucionales, esta celebración no tiene un motivo histórico específico; más bien, fue elegida al azar a través de una campaña en redes sociales en 2011. El 3 de mayo se ha convertido así en una fecha para rendir homenaje a la milanesa y a su lugar destacado en la cultura gastronómica argentina.
Dentro de la rica y variada oferta culinaria de Buenos Aires y alrededores, la milanesa, en sus versiones gigantes, emerge como un emblema, particularmente en los bodegones y restaurantes de estilo nostálgico que son verdaderos bastiones de la comida casera.
A primera vista, algunas de estas recetas desafían la percepción tanto por su tamaño imponente como por la montaña de ingredientes que las engalanan. En ciertos casos, se coronan con un festín de panceta, cebolla de verdeo, huevos fritos y queso cheddar, entre otros insumos, conformando creaciones colosales que no solo estimulan el apetito, sino también la curiosidad.