Kelly Sayhua es una mujer peruana que no ha tenido una vida fácil. Hace seis años ingresó al hospital Marino Molina de Comas, en Perú, con un cuadro de apendicitis, luego, fue derivada a otro nosocomio y por negligencia médica, terminó con los pies y las manos amputadas. Hace casi cuatro años le ganó el juicio al sanatorio pero todavía no recibió ni un peso.
Su calvario comenzó en noviembre del 2014, cuando ingresó al Hospital Marino Molina en la localidad de Comas, Perú por una apendicitis. Allí no la podían tratar y la derivaron al Hospital Sabogal de Callao, perteneciente a EsSalud. Los médicos que la atendieron le amputaron pies y manos por error.
Fue recién en el 2017, y tras un largo juicio, que sentenciaron a los doctores Arnold Yataco García y Jackeline Alvarado Aredo a prisión suspendida. Además, debían pagar una reparación civil de 450 mil soles, que es el equivalente aproximado a unos 10 millones de pesos argentinos. Todavía no vio ni un centavo de ese monto.
Según la sentencia, deberán permanecer por dos años con prisión suspendida y pagar a la afectada más de 300 mil soles de reparación civil. Esta sentencia se leyó en ausencia de los condenados, pero sus abogados interpusieron un recurso de apelación.
“En salud dice que no se pueden embargar sus cuentas, entonces yo no entiendo para qué se ha ganado juicio ¿Para que no me paguen? Ahora, al juez Gerardo Borga de la Cruz le he pedido que vea nuevamente mi caso y tampoco hay una respuesta”, dijo a ATV Noticias.
Más allá de que es el dinero que le corresponde legalmente, necesita contar con él ya que tras el incidente no pudo volver a trabajar en su mototaxi y ahora los gastos para mantener a la familia recaen exclusivamente en su marido.
“No es justo que EsSalud diga que sus cuentas bancarias no se puedan embargar. No es justo que ellos simplemente digan eso. Yo necesito ese dinero para poder solventar mis gastos”, señaló.
Un problema tras otro
En agosto del 2016, Kelly no pudo aguantar más su padecimiento e intentó quitarse la vida tomando pastillas. Su familia lo descubrió a tiempo, llamaron a una ambulancia y le hicieron un lavado de estómago. Desde entonces retomó la asistencia psicológica que había dejado de recibir ocho meses atrás.
Sayhua comenzó a vender ropa de forma ambulante con su hermana para intentar recaudar algo de dinero y así ayudar a sus hijos. En mayo del 2019 delincuentes ingresaron al depósito en el que guardaban la indumentaria y lo vaciaron completamente.
En diciembre de ese mismo año, su marido fue a buscarla hasta la casa de su hermana, se bajó del mototaxi para ayudarla a subir y dos delincuentes aprovecharon y le robaron el vehículo que el hombre utilizaba para trabajar.
Fuente: El Sol