Dos hechos necesarios, acontecidos recientemente en foros internacionales, pueden influir notablemente en la amenaza bélica que al mundo desafía con extenderse. El primero es que la ONU ha resuelto que Rusia deberá pagar reparaciones de guerra a Ucrania. Han sido 94 los países que apoyaron la resolución donde se exige que el Kremlin "rinda cuentas por todas las violaciones del derecho internacional”. Esto implica nada más y nada menos que la reconstrucción de un país, resarcimientos, además de toda la onerosa infraestructura civil y energética dañada. La rendición de cuentas presagia juicios internacionales a las cúpulas rusas, un futuro constreñido de alternativas para los implicados. El otro hecho de alta incidencia es el resultado de la reunión entre el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, y su homólogo chino Xi Jinping. Tras una extenso encuentro presencial, coincidieron en no aceptar el uso de armas nucleares en Ucrania, en obvia aunque indirecta alusión a Rusia, que es quien ha amenazado con emplearlas.

El propio mandatario ruso, Vladimir Putin, quien ordenó la invasión a Ucrania el 24 de febrero pasado, había expresado su expectativa de una muy breve incursión militar para alcanzar sus objetivos. Se trató de un grave error de cálculo, en el mejor de los casos. La retirada de tropas rusas de localidades ucranianas, en algunos casos en huída bastante deshonrosa, deja en claro que Rusia está perdiendo esta guerra. Su recurso extremo, su carta de reserva, era la amenaza o inclusive el uso de armas nucleares, para lograr la capitulación ucraniana e inclusive de Europa. Pero extender el conflicto hacia ese continente tendría serias consecuencias para el mundo entero. Si las hostilidades circunscriptas a un solo país ha tenido efectos mundiales en lo referido a precios y suministros básicos, son conjeturables los efectos de una expansión.

En ese marco de posibilidades el Gobierno de Polonia investiga en las últimas horas la caída de dos misiles en la población de Przewodou, matando a dos personas. Los misiles eran de fabricación rusa, aunque el Kremlin niega haberlos lanzado. También Putin negaba contundentemente que invadiría Ucrania. Tanto en el acontecer universal, como en el particular, más de una vez las credibilidades escribieron la historia.

La concreta posibilidad de extensión del conflicto está dada en el hecho de que Polonia es miembro de la OTAN. El artículo 5 del Tratado de Washington obliga a todos los integrantes de dicha organización a movilizarse militarmente ante cualquier ataque que reciba uno de sus aliados. Se trata de un momento bisagra para el mundo, en el que liderazgos e inteligencias serán puestas a prueba, a fin de preservar vidas y destinos.