¿Es Cristo un peso para la vida del cristiano o verdaderamente aliviana nuestras cargas? Es una pregunta ligada a la evolución de la humanidad particularmente para el creyente que antepone a todas las acciones cotidianas una fe inclaudicable.
La historia de nuestro tiempo ha señalado que estamos acompañados por Cristo desde hacen 2017 años y su presencia es posible entre nosotros gracias al Espíritu Santo. Cuando el mismo Jesús nos dejó tras su muerte y luego ascendió a los cielos en su segunda partida, se aseguró de que ningún hombre de la tierra experimente la soledad y el desamparo, pues, con la llegada del Paráclito (Espíritu Santo) se garantiza su misma presencia y la de Jesús mismo en la sagrada Eucaristía.
Es que es Dios mismo quien lo ha querido de esa forma y ante cualquier ser humano que piense, dude o ignore que entre nosotros lidera Aquel por cuyos méritos fue posible una nueva vida para el hombre y que para siempre le ha dado a cada ser humano la permanente posibilidad de acercarse a Él y reconocer que así su vida es más fácil.
Sólo quien ha querido acercarse a Jesús mismo ha vivenciado al menos algo de su real existencia, lo bastante y suficiente, semejante al grano de mostaza al cual Jesucristo hizo oportuna referencia como condición de la fe. Así hemos vivido esta Pascua de Resurrección "Cristo es el camino y María nos acompaña”.
No puede ser de otra manera ya que fue el mismo quien tendió ese lazo que hasta ahora inseparablemente se encuentra atado a su Iglesia, la de todo cristiano y de todo hombre sin exclusión de credo ni de fe, pues fue María misma quien aceptó libremente esa inseparable unión, la unión de su Hijo con el mundo.
La humanidad toda ya cuenta con una concepción de la vida y con una visión terrenal del mundo que para nada ni nadie se aparta de los deseos del Creador, que Jesús siempre esté presente en Cuerpo, Alma y Divinidad y que sea alimento espiritual que llene nuestro corazón y colme nuestro espíritu en cada Santa Cena: La Eucaristía.
Ahora sí nuestra vida es de gracia y nuestra carga ligera porque por sus méritos Jesucristo ha redimido al Mundo.
