Los problemas políticos, económicos y sociales que dividen a los argentinos han creado un clima de grave confrontación porque las opiniones van más allá del debate maduro que nos permite la libertad de expresión. Las ideas, la mayoría de las veces planteadas en el ámbito mediático, van acompañadas de la descalificación al que piensa diferente, ya que se busca imponer la verdad mediante el agravio.
El proyecto de ley para la interrupción voluntaria del embarazo, que se debate en el Congreso de la Nación es el ejemplo palpable de posiciones irreductibles que han ganado la calle con movilizaciones de activistas que presionan a los legisladores, por una u otra posición. Esto, no obstante haberse abierto una tribuna para expresarse en el Parlamento como un derecho básico del ciudadano.
Los pañuelos verdes y celestes se enfrentan como símbolos de dos luchas por una misma causa, pero ahora los ideólogos van por más. En defensa de supuestos derechos republicanos avanzan con un pañuelo color naranja en demanda de "la separación entre la Iglesia y el Estado". En un reciente programa televisivo, dos feministas de la farándula criticaron que Argentina a pesar de ser un Estado laico tanto la iglesia católica como la evangélica influyen en las decisiones de los gobernantes. Ninguna entró en precisiones.
Pero los ataques ideológicos y sectarios surgen desde todos los ámbitos donde el escándalo provoque reacciones. Por ejemplo, una obra teatral que alienta la despenalización del aborto, presentada en la ciudad santafesina de Rafaela, generó el repudio masivo de la población al observar que actores desnudos luciendo pañuelos verdes se mofaban de las imágenes del papa Francisco, de la Virgen María, y del catolicismo en general, parodiando la misa. El repudio trascendió a los espectadores de la obra, ofendidos profundamente en su fe y sentimientos cristianos, ya que el rechazo motivó la condena del obispo local, monseñor Luis Fernández y entidades católicas. Hasta ahora no hubo una disculpa del autor y director de la obra, Lisandro Rodríguez sino, por el contrario, se sintió ofendido por parte de la Iglesia porque a su juicio devela lo "mal que estamos como sociedad".
A todo esto se suman las permanentes discrepancias que se establecen en el ámbito político y sindical o las inoportunas declaraciones de pseudodirigentes como Luís D’Elía, que por ir en contra del Presidente de la Nación, Mauricio Macri, deberá enfrentar nuevamente a la Justicia ante la acusación de "alterar el orden público”.
