Salvo contadas excepciones, la historia de nuestro país se ha forjado en base a las urgencias que los problemas coyunturales fueron presentado en cada época. Las políticas a largo plazo prácticamente no han existido y casi siempre se ha actuado en función de la inmediatez, es decir que la visión de futuro ha estado limitada por un sistema institucional que no ha ofrecido demasiadas alternativas como para planificar a futuro.
Tras los años de inestabilidad institucional signados por los golpes de Estado y regímenes militares, la reapertura democrática de 1983 constituyó una buena oportunidad para iniciar un proceso de consolidación democrática que nos debería haber dado la posibilidad de comenzar a pensar una Argentina a largo plazo. Pero, lamentablemente, esta oportunidad se desaprovechó por problemas internos que derivaron en dificultades económicas, que llevaron al país a una de las hiperinflaciones más graves.
En la época del menemismo, la reforma de la Constitución Nacional de 1994 pudo haber abierto las puertas para que las instituciones comenzaran a trabajar en el país en función de su futuro. Si bien se alcanzaron algunos logros en ciertos ámbitos, los mayores esfuerzos se centraron en el mezquino objetivo de lograr la posibilidad de la reelección presidencial.
Luego vino la crisis política, económica y social de fines de 2001, con cinco presidentes en apenas diez días, y la llegada de un gobierno de transición que apenas pudo restablecer un diálogo político y social con el solo objetivo de serenar el país. Lógicamente, lejos se estuvo de poder hablar de planificar a largo plazo.
Con la llegada del kirchnerismo al poder, la institucionalidad del país se vio resentida y una vez más se desaprovechó un largo mandato de más de una década, sin encarar políticas de Estado que ayudaran a consolidar a nuestro país como una nación desarrollada.
Con la propuesta del Programa "Argentina 2030. Pensando nuestro futuro", el actual Gobierno nacional está intentando forjar las bases de esa política de largo plazo que tanto nos hace falta. Lamentablemente, una nueva crisis económica y financiera amenaza actualmente con hacer que este objetivo se vea nuevamente interrumpido, algo que habrá que evitar que ocurra entre otros tantos propósitos tendientes a darnos la posibilidad de pensar en en futuro del país.
Dejando de lado la inmediatez y la improvisación propia de quienes no tienen la capacidad para planificar inteligentemente, podremos aspirar a ser una nación en todo el sentido de la palabra.
