En la Argentina, como en el resto del mundo, la pandemia por el coronavirus acapara la atención plena de la sociedad, de la comunidad médica y de gobiernos con medidas preventivas, mientras se derrumba la economía. La situación planteada por el Covid-19 es angustiante por el temor a lo desconocido y la incertidumbre que genera, pero no por ello se deben descuidar otras amenazas a la salud en general, igual de mortales, aunque factibles de controlar a tiempo.

No es lógico optar por una enfermedad u otra porque el cuerpo humano es uno solo y hay que cuidarlo en todo momento. Por eso se debe poner atención en el brote del dengue, avanzando en el país favorecido por la atención generalizada sobre el Covid-19 y el aislamiento social que descuida jardines y la eliminación de charcos donde prolifera el mosquito transmisor del virus, además de bajar la guardia en las fumigaciones de temporada. La Sociedad Argentina de Infectología alertó que hubo casos en pacientes con ambas infecciones.

El dengue es una enfermedad transmitida por el mosquito Aedes aegypti, una variedad tropical que se aclimató en otras latitudes por el calentamiento global. Ahora está entre nosotros potenciando los ciclos de la virosis que aparecieron en 2016 como infección importada y luego se extendieron como autóctonos con 43.497 casos en el país y con más de una decena de muertos en sólo ocho meses. Si bien Misiones registra la mayor incidencia, las zonas de circulación viral se extendieron a varias provincias con alta infección en la Ciudad de Buenos Aires, el conurbano, Jujuy y La Rioja.

Para frenar al dengue lo importante es combatir al "mosquito negro" como se lo conoce popularmente, incluso en San Juan, debido a su color oscuro, pero también se diferencia por su pequeño tamaño, no más de 5mm, y la forma errática de volar, con la particularidad de picar de día o con luz diurna, contrariamente al ataque de las variedades autóctonas. El radio de acción del Aedes aegypti es de 40 metros por lo cual el criadero está en esa zona y es allí donde se lo debe combatir eliminando escasos volúmenes de agua estancada, como desagües obstruidos, bebederos de mascotas y recipientes abandonados, junto con desmalezar jardines y realizar las fumigaciones por parte de municipios y entes públicos.

La llegada del invierno es la mejor temporada preventiva para eliminar posibles criaderos de mosquitos, aprovechando que la población adulta baja considerablemente, pero los huevos sobreviven varios meses pegados en las paredes de los recipientes olvidados y así se reinicia el ciclo del agente transmisor. Pero, además, urge declarar la emergencia del dengue a nivel nacional con medidas ambientales y sanitarias acordes con la epidemia.