Reflexionar sobre el futuro de San Juan en época de crisis económica y sanitaria nos lleva a pensar en un cuerpo humano que gracias a sus buenas defensas supera rápidamente las dolencias temporarias y la adversidad, con la pasión que demanda los grandes desafíos. El perfil inclaudicable del sanjuanino tiene historia de grandeza, como lo hizo tras el terremoto de 1944, con un desarrollo urbano-arquitectónico que la diferencia del resto de las capitales provinciales.
La moderna Ciudad de San Juan es un ejemplo de trazado simétrico, con amplitud de calles y avenidas, carente de tramos tortuosos ni diagonales y enmarcados en una arboleda y espacios recreativos, admirados por los visitantes porque ayuda a ubicarse rápidamente para llegar a los sitios de interés, sean culturales, comerciales, o de esparcimiento.
Pero lo más importante es cómo se ha potenciado este crecimiento desde la ciudad capital hacia toda la provincia, ya que en cada departamento se replican los íconos de la creatividad del sanjuanino, con obras emblemáticas para el deporte nacional e internacional y el turismo. No son casuales estos acontecimientos que se suman a una trascendente actividad cultural y artística en escenarios de primer nivel.
El despegue local está respaldado por la explotación de los recursos naturales y una dinámica empresarial como fuentes de recursos, más el aval científico y tecnológico de las universidades locales y centros de investigación. El liderazgo en generación fotovoltaica es prueba inequívoca de la sustentabilidad energética que reclama el mundo del futuro.
Hay mucho por hacer, en particular en obras de infraestructura requeridas por el San Juan del futuro, como contar con un nuevo aeropuerto, la terminal de ómnibus proyectada, concretar la Red Tulum de transporte interno, los trazados viales de acceso como la ruta 40 desde Mendoza y recuperar los servicios ferroviarios prometidos por la Nación en diferentes gobiernos. Y se renuevan las esperanzas de ejecutar el túnel cordillerano tras el cambio de gobierno en Chile para que se cumplan los tratados binacionales.
Imaginar el San Juan del futuro no es soñar, sino observar cómo lo vamos logrando en la producción urbano-arquitectónica, recorriendo el eje cívico, cultural y recreativo como el emblemático Teatro del Bicentenario, el magnífico puente sinónimo del modernismo citadino, desde donde se pueden observar las 6 hectáreas de verde ganadas por el Parque de Mayo, al eliminarse el antiguo estadio. Nada es fantasioso sino hechos concretos en un rumbo de progreso sostenido.
