El mal uso de los antibióticos en el mundo, particularmente por el exceso del consumo del medicamento sin necesitarlo el paciente, ha provocado una resistencia microbiana a tal punto de no quedar alternativas para curar enfermedades comunes. Pero también es alarmante el ínfimo consumo en ciertos países, causando grave desequilibrio por el surgimiento de "superbacterias" mortales.

Esta nueva advertencia de la Organización Mundial de la Salud (OMS), lanzada el lunes último, se suma a las numerosas ocasiones en que esta dependencia de las Naciones Unidas se dirige a la comunidad internacional, y en particular a los gobiernos y a los grandes grupos farmacéuticos, para declarar una lucha contundente contra bacterias ultrarresistentes. Por eso el número de antibióticos eficaces se está reduciendo rápidamente.

El problema es social y económico, según se interpreta de esta reiterada advertencia de la agencia sanitaria mundial, ya que tanto el consumo excesivo como el insuficiente de antibióticos, han impulsado a desarrollar la inmunidad del atacante. Por eso la ciencia médica está perdiendo la capacidad para tratar infecciones tan extendidas como la neumonía.

En naciones desarrolladas y emergentes se usan discrecionalmente los antibióticos sin ser necesarios, o bien los tratamientos se interrumpen cuando el paciente tiene una leve mejoría, lo cual es contraproducente porque el patógeno tiene así más facilidad para sobrevivir y fortalecerse. Pero también la resistencia bacteriana se desarrolla cuando los enfermos no tienen un tratamiento adecuado o sólo tienen acceso a medicamentos de calidad inferior.

Los antibióticos fueron descubiertos en el década del 20 y han salvado millones de vidas gracias a una eficaz lucha contra las enfermedades bacteriológicas como la neumonía, la tuberculosis y la meningitis. No obstante, a lo largo de los años las bacterias causantes de estas dolencias se fueron modificando para resistir a los medicamentos y, consecuentemente, la industria farmacéutica fue creando fórmulas más eficaces.

Esta lucha no ha terminado y, por el contrario, el enemigo se fortalece por el mal uso o la ausencia de un medicamento tan exitoso como vulnerable con el paso del tiempo, por la capacidad letal del atacante hasta convertirse en una superbacteria. Todos los involucrados en la medicina deben asumir responsablemente esta nueva advertencia de la OMS.