El siglo XX fue prolífico en darle a la humanidad nuevas formas de comunicación. Ya a principios de esa centuria, las tecnologías permitieron una rápida impresión y dilatada distribución de diarios y revistas. Posibilitó esto la participación ciudadana en los grandes temas, requisito para que las sociedades democráticas se consoliden. A partir de la década de 1920 comienza a configurarse la radio como medio de comunicación de amplia aceptación y rápida adopción. Las crónicas de la época auguraban futuros funestos para la prensa. Es que la radio ostentaba inmediatez para informar respecto a la prensa escrita, además de no exigir tiempo de lectura ni una compra diaria. Sin embargo, no solamente coexistieron armónicamente sino que la multiplicación de lectores se hizo exponencial en todo el mundo. Al poco tiempo, aunando imagen en movimiento y sonido, la televisión se introdujo de una manera omnipresente, suscitando expectaciones nunca antes observadas. Parecía que los diarios y las radios no podrían competir contra un adversario tan completo. Sin embargo… convivieron, y en crecimiento todos y cada uno.
El presente siglo XXI trajo cambios dramáticos en las formas de comunicación, además de la aparición de otras de fuerte presencia. Cambiaron los soportes de los medios clásicos, todo se canalizó vía internet, pero también les asignó nuevos roles. Previamente, para que un ciudadano pudiese conocer la palabra de alguien relevante, debía recurrir a un medio de comunicación. Constituía la única vía para conocer lo que estuviese fuera de la experiencia inmediata. Pero irrumpieron las redes sociales, y las personas ya no necesitaron nadie en el "medio". Sin embargo, los canales informativos tradicionales tal vez sean más necesarios que nunca antes.
Las redes sociales posibilitan el acceso inmediato a toda persona u organización de una forma inimaginada hasta hace poco más de una década, además de la interacción recíproca. Personalidades del mundo entero, e inclusive organismos formales de toda índole, dan carácter oficial a sus comunicados vía Twitter, por ejemplo. Semejante facilidad para originar flujos comunicativos implica también un riesgo elevado, que es lo que justamente conlleva a una revalidación de los medios de comunicación. No solamente está dentro de sus posibilidades y propósitos dar veracidad a una u otra de las versiones contrapuestas que se pueden encontrar en cualquier red social. También, y fundamental, los medios de comunicación profesionales pueden vincular distintos tramos de la realidad aparentemente sin relación alguna entre sí. Es decir, atar cabos. La complementariedad y contraposición de ambos universos tal vez se condense en lo que enunció el profesor español J. L. Martínez Albertos respecto al periodismo: "Los hechos no se discuten, los hechos se comprueban".
