Para lograr que la Argentina mejore su situación económica y financiera y alcance un desarrollo integral de sus potencialidades hay que promover en su población un espíritu de laboriosidad basado en la tarea que a cada uno le corresponde dentro de la sociedad, en un marco de colaboración y respeto mutuo, valores que hay que recuperar para establecer una sana convivencia.

Hay que avanzar hacia un nuevo estilo de vida que deje de lado los conflictos crónicos que caracterizan a nuestro pueblo y que han sido en estos últimos tiempos culpables de promover una idiosincrasia muy particular, que genera en el ámbito laboral una inclinación hacia el menor esfuerzo. Desde el establecimiento de la grieta política, que tanto mal le ha hecho a nuestra sociedad, hasta las manifestaciones populares donde sólo se exigen derechos y son muy pocas las obligaciones reconocidas, o la cultura de los días feriados o no laborables que contribuyen negativamente con la productividad que necesita el país para hacer frente a una delicada situación de endeudamiento, son factores que hay que revertir en forma urgente para enderezar un rumbo que cada vez se observa más inclinado negativamente.

Son las nuevas generaciones la que tienen que comprender que si no se produce un cambio a favor de la laboriosidad y el empeño por el trabajo, el país seguirá con un comportamiento que pone en una situación muy comprometida el futuro que todos aspiran.

Comparamos a la Argentina con otros países desarrollados y envidiamos el progreso alcanzado como también el nivel de vida que ostentan, pero no hacemos nada por aplicar algunas de las recetas que han sido puestas en práctica con tan buenos resultados.

Es deber de nuestra sociedad exigir, con todo respeto y buenos modales, a la dirigencia política y gobernantes de turno un cambio de actitud que promueva un comportamiento auténtico que nos aleje un poco de la conveniencia personal, el oportunismo, las ventajas propias y nos acerque un poco más al bien común, la valorización del esfuerzo y el premio a quien contribuye a que todo funcione mejor.

Hablamos de un país que recupere lo mejor que tiene y deseche todos aquellos vicios que en todo este tiempo en nada han contribuido con el engrandecimiento de la Nación. Basta de alimentar las conductas que van en contra de la cultura del trabajo y que, en definitiva, terminan perjudicando mucho más a quienes creen que ese es el camino para forjar un país que termina siendo irreal porque no se sustenta en los pilares básicos que hacen al crecimiento y desarrollo que sólo se logra optimizando los recursos humanos y materiales que se disponen.