Más allá de los planes educativos y las estrategias que deberán plantearse para recuperar el tiempo y los contenidos educativos que no se alcanzaron en los últimos dos ciclos lectivos a consecuencia de la pandemia del covid-19, hay un aspecto muy importante en el que habrá que trabajar decididamente si se quiere alcanzar el éxito respecto del objetivo de mejorar la educación ante la postergación que se evidencia, al menos en los niveles inicial, primario y secundario. Se trata del compromiso docente, en forma particular o grupal, que es fundamental en todos los aspectos de la educación ya que de el depende que los contenidos sean impartidos en tiempo y forma y que esa enseñanza sea asimilada de la mejor manera dentro de un proceso en el que se debe contar con el compromiso tanto de los educadores como de los alumnos o estudiantes.
Los bajos niveles de rendimiento educativo que se han registrado en estos últimos dos años, con elevados índices de deserción escolar, que es el tema que más preocupa a los pedagogos y autoridades educativas, son aspectos que hay que revertir de inmediato si no se quiere caer en una crisis educativas sin precedentes y difícil de solucionar. Entre los pocos datos vinculados a la educación que se disponen en la actualidad, la evaluación de continuidad pedagógica que el Ministerio de Educación inició el año pasado detectó que suman más de un millón los chicos que se desvincularon de la escuela durante el período de pandemia. Estos valores representan casi el 10% si se considera que a nivel nacional la matrícula de los niveles inicial, primario y secundario está compuesta por unos 11 millones de alumnos. La situación del nivel universitario o de la enseñanza terciaria merece un análisis aparte ya que depende de otros parámetros, aunque también cuenta con el ingrediente del compromiso docente que responde más a un aspecto de carácter moral y de vocación.
Dentro del compromiso docente para recuperar la educación está implícito el tema de la capacitación o perfeccionamiento docente, imprescindible para estar en sintonía con las nuevas técnicas educativas y los recursos tecnológicos que se están aplicando en el área. Es una tarea que se debe emprender por propia voluntad y no exigida en forma compulsiva ya que de lo contrario no se alcanzará el objetivo perseguido.
No hay tiempo que perder y este compromiso debe ser asumido de inmediato aprovechando los pocos meses que quedan para el inicio del próximo ciclo lectivo. Las autoridades educativas deberán ver la forma de motivar a los docentes en una tarea de mucha responsabilidad de la que depende la educación de las generaciones presentes y futuras.
