El papel que les toca cumplir a los sindicatos en esta nueva gestión de gobierno es muy delicado ya que, como nunca, deben ejercer la responsabilidad de interpretar las medidas económicas implementadas por el gobierno a fin de consensuarlas y tratar de llevar por el mejor camino la recuperación económica que todos los sectores anhelan. No se puede seguir con el perverso juego de establecer qué sector sindical saca mayor ventaja en las negociaciones paritarias, con el sólo objeto de demostrar una cuota de poder en perjuicio de un esquema general o de otros sectores que no cuentan con el poderío que otros ostentan.

Las amenazas de medidas de fuerzas que se han hecho públicas en los últimos días ante la disconformidad con las primeras medidas anunciadas por el equipo económico, como también la pretensión de abrir paritarias urgentes que se ha puesto de manifiesto en algunas provincias y determinadas jurisdicciones, son acciones que muestran una marcada intolerancia por parte de las asociaciones sindicales que evidentemente no están dispuestas a dejar que el actual gobierno tenga tiempo de comenzar a desarrollar sus estrategias para enderezar el rumbo económico.

Acostumbrados a ejercer presión y lograr con el poder que ostentan muchos de sus propósitos, hay gremios que quieren seguir con ese esquema de acción, sin darse cuenta de que se ha llegado a un límite de las posibilidades, por una situación económica a la que ellos mismos han contribuido en complicidad con las anteriores gestiones de gobierno. 

Se asegura que el sistema sindical que existe en el país, planteado por la ley 23.551, es uno de los pocos que hay en el mundo y una prueba de ello es la influencia que este sector ha tenido sobre los gobiernos en distintas épocas de la historia argentina. Desde las famosas 62 Organizaciones representadas por un centenar de sindicatos agrupados en la CGT, hasta los actuales poderosos gremios de ATE, UPCN, UDA y STOTAC, han hecho que estas asociaciones sean un poco más de lo que alcanza su definición, es decir agrupaciones permanentes de trabajadores que ejercen una actividad profesional o económica para la defensa y promoción de los intereses de los trabajadores y para lograr mejores condiciones de vida, convirtiéndose en grandes estructuras que ejercen gran poder en diversos ámbitos.

En un momento crucial como el que vive el país, el sindicalismo debe entender que no hay margen para pretensiones salariales o de otra índole, y que lo único que queda es consensuar con las autoridades acciones en comunes que atenúen las difíciles circunstancias que toca atravesar a todos los sectores. Sus actuales estructuras deben ajustarse de la misma manera que lo ha comenzado a hacer el resto de la sociedad, sin mayores pretensiones o privilegios, con el sólo fin de contribuir a que el país encuentre una salida, lo que será beneficioso para todos.