El presidente Donald Trump frenó sus impulsos de ataque militar a Irán como represalia al derribo de un avión no tripulado sobre el estratégico estrecho de Ormuz y dos confusos incidentes explosivos en navíos en esa zona. El reciente caso del dron espía puso en marcha la respuesta contundente contra el régimen de Teherán pero el temperamental mandatario la anuló. No porque haya reflexionado sobre las consecuencias sino por el sentido común impuesto por el Congreso.
Trump está acorralado entre los republicanos que le exigen una respuesta aleccionadora a los iraníes y los demócratas que dominan el Congreso que le advierten sobre la posibilidad de perder el control de la situación y llevar a Estados Unidos a una guerra con resultados impredecibles. Ahora Washington busca crear una coalición militar con países amigos a fin de proteger la navegación frente a las costas de Irán y Yemen, para lo cual EEUU aportaría embarcaciones y activos de vigilancia para que esos países patrullen la zona y escolten al tráfico comercial.
Por el estrecho de Ormuz, de tan sólo 34 kilómetros de ancho, pasa la quinta parte del comercio mundial de petróleo y por eso Irán amenaza cerrarlo como respuesta al veto impuesto por EEUU a sus propias exportaciones de crudo. El conflicto comenzó hace un año cuando Trump rompió el acuerdo nuclear impulsado por Barack Obama junto al Reino Unido, Francia, Alemania, Rusia y China por el cual se congelaban las sanciones económicas a Irán a cambio de limitar su programa atómico.
Teherán reaccionó anunciando la desvinculación progresiva de ese pacto y comenzó a enriquecer uranio por encima del 3,67% de pureza fijado en el acuerdo, sin descartar llegar al 20%, mucho más de lo necesario para generar electricidad. Pero los expertos observan que una vez alcanzado ese porcentaje el desarrollo del enriquecimiento se acelera hasta alcanzar la pureza requerida por un armamento atómico.
A diferencia de la última vez que EEUU estuvo en guerra en Medio Oriente, en 2003 con el ataque a Irak, las condiciones actuales y la política iraní presentarían un panorama muy diferente en contra de Washington. Más allá del enorme poderío militar estadounidense, Irán cuenta con sus redes de apoyo regional, planteando una vulnerabilidad sin precedentes a los norteamericanos. Además de fuerzas armadas activas, Irán tiene muchos recursos potenciales, incluidos Hezbolá en el Líbano, los hutíes en Yemen, las milicias en Irak y sus estrechos vínculos con Siria.
