Los desechos plásticos que están dañando irreversiblemente los ecosistemas marinos con exterminio de especies, entre otras áreas del planeta, ha sido planteada como una demanda universal en la Organización de las Naciones Unidas por 70 naciones con miras a resolver el tema en la II Conferencia sobre los Océanos que debía realizarse en año pasado en Portugal y se pospuso para 2022 por la pandemia. La búsqueda de un acuerdo vinculante contra la polución tiene una importancia asociada al cambio climático y la desaparición de los recursos naturales.
Este cuadro alarmante se debatió el lunes pasado en el organismo internacional con llamativas ausencias, como las de las mayores economías del mundo, Estados Unidos y China, y de países industrializados con sistemas fabriles obsoletos, caso de la India, Rusia o Brasil, que no cumplen con las metas de protección marina acordadas por la comunidad internacional. La Unión Europea hizo causa común con la Alianza de Pequeños Estados Insulares que promovieron esta reunión de alto nivel destinada a plantear la delicada situación de los océanos.
Se trata de un problema global por su naturaleza, imposible de resolverlo en forma individual cada país, y por ello la necesidad de un nuevo acuerdo vinculante a fin de resolver mediante una política conjunta el salvataje de la vida submarina en particular. La protección de los océanos implica evitar la desaparición de especies contaminadas con minúsculas partículas de plástico que llegan al consumo humano a través de la pesca. Los desperdicios industriales, efluentes, y la ausencia del reciclado, es producto de un daño colosal.
La receptividad del problema en la ONU lleva a construir una economía marítima sostenible que involucra a todo el mundo, más allá de los sectores que dependen del mar, ya que todos, de una manera u otra, reciben los beneficios de los ecosistemas en peligro. Por ello el llamado a gobiernos, empresas y sociedad civil a trabajar juntos en lo que se denomina la "recuperación azul” del planeta.
La producción de plástico pasó de 2 millones de toneladas en la década del 50 del siglo pasado, a casi los 400 millones de la actualidad y se espera que supere los 700 millones, con el agravante de que sólo el 9% de este material se recicla. Otro 12% se incinera con efectos ambientales nocivos y otro tanto va a entierros sanitarios contaminando napas freáticas o inutilizando áreas para la agricultura o urbanizaciones. La contaminación de los mares también es preocupante al haberse detectado islas de plásticos flotando en distintos océanos, lo que es muy pernicioso para la fanua y flora marítima.
