Si en algo han coincidido los observadores en política internacional es en las reprochables actitudes del presidente Donald Trump al encarar las relaciones exteriores estadounidenses desde que inició el polémico mandato. Pero al cabo de promediar su administración, los logros han desactivado por ahora los enfrentamientos potenciales, aniquiló a enemigos de Occidente y replanteó las relaciones comerciales globales.
El mandatario dejó de lado los vínculos multilaterales para encarar negociaciones bilaterales y bien selectivas, lejos de las estrategias geopolíticas de sus antecesores. Criticó con la amenaza de abandonar la OTAN por su inoperancia y logró la reacción de sus socios europeos para aumentar los gastos de defensa en la alianza atlántica. Y frenó drásticamente las amenazas nucleares de Corea del Norte ridiculizando al dictador Kim Jong, aunque dice ahora que es amigo.
Con las mismas bravuconadas Trump parece haber terminado con los abusos comerciales y las provocaciones militares de China, aplicando aranceles de 250.000 millones de dólares a productos importados del gigante asiático. De la misma manera renegoció los términos del Tratado de Libre Comercio con los vecinos Canadá y México, entre otros acuerdos de la balanza comercial, caso de Corea del Sur y dispuso exenciones arancelarias a productos como los importados desde Argentina.
Trump también parece haber cumplido con la promesa de erradicar al sanguinario Estado Islámico, desbarató al califato y replegó hasta casi desaparecer a los fundamentalistas, en tanto con una andanada de misiles hizo cumplir a Siria la prohibición del uso de armas químicas. Con igual nivel de prepotencia, está negociando con los talibanes la salida de EEUU de Afganistán sin importarle lo que piense el gobierno local, y puso fin al acuerdo nuclear con Irán con aprietes económicos que pueden ser más efectivos.
La diplomacia ilógica del magnate de la Casa Blanca también ha tenido serios fracasos, como retirar al país del Tratado de Asociación Transpacífico o ignorar el pacto ambiental, confrontando abiertamente con la realidad que le muestran los estudios científicos. Él dice defender los intereses norteamericanos y exhibe más hechos positivos para dejar bien posicionado al país en el mundo, apelando a ignorar el convencionalismo y las hipocresías de la diplomacia tradicional.
El tiempo dirá hasta dónde lo acompañará el éxito en su pragmatismo político, interno y externo.
